35 millones de votos, ¿sin consecuencias?

Se necesita cara dura, en extremo, para que después del monumental fracaso en las elecciones del domingo pasado, los líderes del PAN, Marko Cortés, y del PRI, Alejandro Moreno, no hayan ofrecido su cabeza en un acto de ética política.
Así lo hizo Germán Martínez, tras la derrota panista en las intermedias de 2009, y Manlio Fabio Beltrones, luego del revés priista en las elecciones de 12 gubernaturas en 2016.
Pero ni Cortés ni Moreno están hechos de esa madera.
Dentro de sus partidos y desde afuera les han exigido sus renuncias, que han toreado con poca destreza y sobrado cinismo.
Más de 35 millones de votos -rozando los 36-, que obtuvo Claudia Sheinbaum el domingo en la elección presidencial, casi seis millones de votos más de los que obtuvo López Obrador hace seis años, marcaron la avalancha de un electorado a favor de la coalición de gobierno que tuvo un repudio proporcional, por el tamaño de la derrota, de los partidos de la coalición que encabezó Xóchitl Gálvez.
- Cortés y Moreno, ni lo ven, ni lo oyen, ni lo sienten.
- Tienen una vida política que prolongarán unos años más en el Senado, desde donde ignorarán la ignominia.
Sus resultados son escandalosos.
Gálvez tuvo menos votos de su coalición de los que consiguieron los candidatos del PAN, Ricardo Anaya, y del PRI, José Antonio Meade, en las elecciones presidenciales de 2018, cuando obtuvieron en forma combinada, porque no compitieron en alianza, 21 millones 896 mil 529 votos.
Gálvez consiguió 16 millones 385 mil 114 votos, incluidos los del PRD, que formó parte de su alianza, pero se quedó cinco millones y medio corta con respecto de los resultados de sus partidos hace seis años.
La contabilidad de los votos no puede determinar cuántos de ellos fueron de la sociedad civil, por lo que los números absolutos de los partidos probablemente serían menores.
