Academia de Baile. El siglo XX
Aunque ya había pasado el tiempo de nuestra participación en fiestas de quinceañeras, damas y chambelanes, nuestras clases de baile, empíricas, informales y clandestinas, se desarrollaban subrepticiamente en centros cívicos de solaz, esparcimiento, recreación y ambiente familiar.
Tales eran los centros de diversión para adultos, sitos en los alrededores de la antigua clínica vidriera, llevaban el nombre de El Acapulco, el Kalinova, el Martha's, el Almirante (más lejano) y muy riesgoso para la salud, nadamás mis tíos y demás familiares de la rama paterna se aventuraban armados por aquellos lares.
Sobresalía de manera importante el Siglo XX, lugar ubicado frente a la Iglesia de Santa María Goretti, en la rotondita qué existía en el cruce de José María Luis Mora y Bernardo Reyes.
Fué en nuestros tiempos de secundaria en los acudíamos presurosos los sábados por la tarde-noche a recibir clases de baile, danzón, cumbia, mambo, cha-cha-cha, etc.
Las comedidas muchachas nos cobraban una peseta (25 centavos) por pieza de baile, sí erámos buenos para el baile nos cobraban menos, las hacíamos disfrutar y eso no tiene precio (como diría Peña Nieto, bueno, como 5 pesetas), qué duraban menos de tres minutos cada pieza, el costo se podía incrementar ligeramente si arrimabamos el cuerpo de más o una furtiva erección aparecía por ahí en presencia incómoda, ése, ya era otro departamento, vedado para nosotros a tan temprana edad.
Por lo general se iniciaba a las 08:00 de la noche y a las 09:30 ya estábamos en la casa.
Se mencionaba que quien había fundado y promovía dicho centro Cultural y ocasionalmente supervisaba el sitio, era el Padre Infante, Párroco de Santa Maria Goretti, y protector de féminas e infantes desamparados que abundaban en la colonia estrella y el trébol.
Quedan rescoldos y cenizas de aquellos tiempos y fuegos, recordados anoche en la celebración del 50 aniversario de la apreciada pareja.
Ahora las adolescentes se quitan los zapatos para bailar, o los compraron más chiquitos, no le atinaron a la medida, aguantan mucho lo frío del piso o andan de novedosas, en nuestros tiempos éso no se podía hacer, porque las señoritas corrían el riesgo de quemarse las plantas de los pies con las bachichas qué la raza tiraba al suelo.