Delirios presidenciales

Si alguien que ignora la realidad y el contexto mexicano escucha al presidente López Obrador, la impresión que deja es que su gobierno es débil, está siendo atacado, y lucha denodadamente para evitar su colapso y derrota ante la oposición conservadora, que, según sus afirmaciones, conspiró con Estados Unidos, cárteles de la droga, intereses económicos y medios de comunicación.
Serían condiciones, como ha dicho de Perú y Brasil recientemente, donde la violencia buscó quebrar las instituciones y cambiar las cosas por la fuerza. Pero no lo son.
¿CUÁL CONSPIRACIÓN?
La gran conspiración de la oposición, con ramificaciones multinacionales, para crear las condiciones de inestabilidad necesarias para que tengan éxito los intentos desestabilizadores en su contra, tiene su mundo únicamente en la irrealidad que se vive en Palacio Nacional, donde todo es de saliva y especulación, sin prueba alguna que sustente sus dichos.
Sin embargo, el llamado a la acción es real, y en las condiciones borderline a donde lleva su discurso maniqueo puede haber consecuencias que lamentar.
En el mundo de López Obrador, las fallas en el Metro de la Ciudad de México son sabotajes, que si vemos la frecuencia de ellas en el último mes, lo que estaríamos viendo son actos terroristas.

¿De verdad? De verdad. “¿No ven que estamos enfrentando la parte más radical de la ultraderecha que encabeza Claudio X. González?”, dijo un colaborador cercano a la jefa de Gobierno, Claudia Sheinbaum.
López Obrador ha sido exitoso en chuparle el cerebro hasta a los más preparados, y construir un clima de opinión pública para que no haya un escándalo por el desplazamiento de seis mil guardias nacionales al Sistema de Transporte Colectivo.

Los saboteadores (o sea, terroristas) están al acecho, asegura, pero los militares ya entraron a cuidar a la población.
No sólo ellos están atacando, según el discurso presidencial.
Hay un grupo subversivo, probablemente manejado por el conservadurismo, dijo el Presidente, que está detrás del atentado contra el periodista Ciro Gómez Leyva para desestabilizarlo a él y a su gobierno, aunque no hay ningún dato o indicio que apunte en ese sentido, salvo una información reciente que le entregaron sobre la probable autoría intelectual del asesinato fallido, pero de un militante distinguido de Morena.
Conociendo el nombre del presunto autor intelectual, uno puede concluir que es un disparate.
Pero es tan débil esa pretendida hipótesis, como la afirmación del Presidente, que identificó a los presuntos responsables del atentado sin saber el móvil.
