El increíble señor Fernández
Quien conoce a Eduardo Fernández, sabe de su inteligencia y mente perversa.
También de su soberbia y explosividad.
Pero fueron pocos quienes no se sorprendieron por la forma como buscó obtener 250 millones de pesos de Televisa, a cambio de su silencio para no divulgar públicamente lo que llamó sus “prácticas corruptas” empresariales, que dejó por escrito en una carta de seis hojas, más propia de un secuestrador que de un abogado entrenado en finanzas.

Esa carta enviada a los ejecutivos de Televisa el 14 de marzo de 2023, base de la denuncia por extorsión que interpuso la empresa dos semanas después en la Fiscalía General de Justicia de la Ciudad de México, tiene un “anexo” con dos puntos, la “contraprestación” exigida y la “logística en caso de arreglo”.
No tiene desperdicio.
La “contraprestación” de 250 millones de pesos, indicó, debería ser entregada en billetes “de la más alta denominación posible o el equivalente en USD en billetes de 100, o una combinación”.
Una vez que juntaran el dinero en efectivo, “personal de ustedes me traerá los paquetes en un vehículo de carga apropiado, sin logos, de no más de 2.20 metros de altura total, 2.10 metros de ancho total y máximo 7.6 metros de largo”.
“Dicho personal estacionará el vehículo en la cochera del edificio cuya dirección se especifica enseguida y entregará el o los juegos de llaves en la pequeña recepción de la misma planta baja”.
La dirección que proporcionó en Ejército Nacional era la de su oficina, y probablemente las dimensiones del vehículo tienen que ver con el elevador de automóviles que tiene el edificio donde se ubica.
Las instrucciones eran precisas
El dinero tendría que ser entregado el miércoles 29 de marzo de 2023 a las 7 de la mañana, y el vehículo sería devuelto el 31 de marzo a las cinco de la tarde en Goethe, una calle aledaña a su oficina.
Las llaves las recogerían en la planta baja del edificio donde está su oficina.
Su mentalidad al momento de escribir el anexo parecía más la de un criminal que la de un financiero
No se entiende que alguien conocedor pidiera dinero en efectivo, conociendo las dificultades para bancarizarlo.

