El México actual

Óscar Zambrano comparte con Sonya Garza Rapport su visión sobre el México actual.

México no me parece un país realmente soberano porque está demasiado atado a fuertísimos intereses capitalistas internacionales, al grado de perder parte de su autonomía. Esto está sucediendo en muchos otros países de peso menor en el mundo. 

La pobreza e injusticia que vemos en México también existen en el mundo.

Nuestro sueldo mínimo de 140 pesos al día es una miseria institucionalizada y la fuente de irremediables problemas sociales como la violencia, el robo, el narcotráfico, la falta de escolaridad y futuro para niños y niñas, la contaminación, etc. 

Una sociedad dispuesta a pagar tan poco a tantos no es un país. Es más bien una aglomeración de intereses transnacionales que tomados de la mano parasitan el bien común, privatizando todo lo que es púbico para así no ser responsables.

En Estados Unidos el poder de compra del salario mínimo ha estado congelado desde 1970.

Igual que en México, a los americanos también se les está cayendo a pedazos lo que una vez fue su inmensa y extensa economía.

El derrumbe del hegemón americano hoy en día se debe a los últimos cuarenta años de un neoliberalismo salvaje y desatado por parte de grandes capitales bancarios que en varias formas operan fuera de la ley porque compran la colaboración de legisladores, políticos, y generales bélicos para reestructurar la economía y enfocarla hacia el lucro privado, desmesurado y más allá del exceso.

El Estado de México actualmente

México es presa de, y responde a las vicisitudes de la huída global de capitales hacia paraísos fiscales.

La red de seguridad social del estado-nación se ha erosionado a tal grado que millones de hombres, mujeres y niños quedan permanentemente desprotegidos y a la deriva. El poder electoral está impotente y desfinanciado porque lo que mueve al mundo es el flujo de capital por internet sin frontera, sin cultura, y sin barrera de idioma.

No se puede construir una casa empezando con el segundo piso a medio aire porque el arquitecto no se quiere ensuciar los zapatos haciendo cimientos y un primer piso fuerteque sostenga el resto.

 
La mayoría de la gente de abajo vive en la precariedad y está condenada a ser desechable.

Para los dueños de recursos, los pobres son a los que no se le debe nada porque sólo sirven para servir. A su vez, para los insolventes no hay ni país ni patria. Su gobierno les da la espalda, los ve hacia abajo, y los maltrata. 

Una sociedad que tolera todo esto no es ni viable, ni moral ni decente.

Grandes regiones del mundo están pobladas por gente precisamente en estas condiciones. No hay sociedad buena que exista sin los cimientos y el primer piso de la decencia, justicia social, y una viabilidad económica bien planificada que alcance para todos a largo plazo. 

Esto es perfectamente posible y se ve actualizado en sistemas capitalistas socio-democráticos más razonables como los de Nueva Zelanda, los países escandinavos, Canadá, Europa Occidental, etc.

Lamentablemente, en todos lados se ha normalizado la esclavitud bajo otros nombres. Se han hecho rutina la corrupción y el robo absoluto en los más altos niveles socioeconómicos, principalmente por medio de la financiación extrema y asimétrica que está parasitando a gente y planeta por igual. 

Estos problemas globales requieren soluciones más humanitarias de las que son capaces los capitanes de industria que seguido son personas sin escrúpulos.

Gente de mucho poder constantemente abusa de recursos naturales de los que se adueñaron amoralmente tiempo atrás. Son invasores.

Los asaltos virales de pandemias que estamos viviendo se deben a brincos zoonóticos causados en parte por nuestra invasión implacable del medio ambiente. El Covid está arrancando algunas de las costras que ya teníamos desde antes en las llagas crónicas de injusticia socioeconómica. 

Entre la gente en el poder yo no veo ningún remedio, ni tampoco en el lado opuesto puedo localizar multitudes bien organizadas de gente con metas en común y movilizándose.

La sociedad digitalizada, fusionada por la información pero también rota de espíritu, no me sugiere un renacimiento cívico inminente. Ojalá esté equivocado en esto. 

Falta pensamiento critico, sentido cívico, y el nexo entre lo personal y lo político, lo privado y lo público. Iniciativas importantes en el sistema socioeconómico mundial siguen regidas por las ganancias miopes del nivel salvaje de vida diaria para tantos en todas partes, ya no es vida.

Sin hacer una reestructuración completa del sistema socioeconómico actual que tenemos, que está basado en la extracción de recursos naturales, la explotación extrema del trabajo de la gente vulnerable, y clases sociales inamovibles, yo no veo cómo se puede arreglar lo que está sucediendo. 

Definitivamente para ti es la falta de educación 

Este es el problema fundamental, repito, de no tener ni los cimientos morales, ni un primer piso de decencia y sentido cívico viables para de ahí construir una sociedad funcional y más justa.

No es solución ir poniendo curitas y vendas a lo que ya son fracturas compuestas y tumores de cáncer.

La caridad privada jamás podrá resolver problemas inherentes en la estructura económica de un país.

Además, mucha caridad se hace por razones fiscales personales, motivos ulteriores, o metas publicitarias de gente sin la menor intención de cambiar nada en el sistema socioeconómico que tanto los ha enriquecido por tanto tiempo.

En vez de caridad sería mejor invertir en nuevas políticas para lograr cambios auténticos estructurales y de beneficio social significativo.

La inercia es un problema básico en la física y también en la sociedad humana. Ya se nos fue el tren del cambio climático.

Enajenados con el lucro inmediato sin límites y sin responsabilidad pública, los piratas del bien común planetario están dando al traste con todos y con todo. Como decía el gran soberbio Luis Catorce, Después de mí, el diluvio. 

Mientras tanto, el antiguo monarca francés, y los emperadores de finanzas de la actualidad viven en el aislamiento que su privilegio les brinda. No sienten ni las consecuencias ni el precio de sus estragos. Por eso no les importa nada ni nadie.

¿Falta humanidad en nosotros los mexicanos?

Los humanos nos estamos quedando plantados en la negación vanidosa típica de nuestra especie biológica de Homo Sapiensrúbrica ridícula inventada por previos hombres de ciencia para denotar nuestra supuesta sabiduría

Embrutecidos y endurecidos por guerras constantes de imperio, los Estaos Unidos y por ende el resto del mundo nos vemos furibundos, apanicados y sin rumbo abierto hacia un humanismo futuro, con metas sociales sanas y también benignas para el medio ambiente. 

No hay estructura socioeconómica que resista contingencia y adversidad teniendo tantos defectos de diseño.

OZ.

Sonya Garza Rapport

Lic. en Medios Masivos, nacida en Monterrey, N.L. Sub-Secretaria de Cultura del Estado. Escritora de diferentes libros (Eterna Disyuntiva). Doctorado Honoris Causa en Literatura.