El verdadero MVP
El señor estuvo 13 temporadas en la NFL sin perderse un solo partido.
Doscientos catorce juegos.
Cero veces acudió al clásico “no voy, profe”.
Y no porque el universo lo abrazara con suerte: es porque todos los días trató su cuerpo como si fuera su activo principal, no su accesorio.
Mientras muchos andan “invirtiendo” en tenis de colección, en monitores de 32 pulgadas, en ropa de diseñador y en cursos de productividad que nunca aplican… pero duermen fatal, comen peor y se mueven solo cuando suena el celular en otra mesa, las frases de Suh entran como gancho al hígado.
El tipo lo dice sin miedo a nada: si ganas millones, pero te duele invertir miles en tu cuerpo, estas dejando varios millones en la mesa.
Así de simple. Así de cruel. Así de real
No existe metáfora más certera de la vida adulta: queremos rendimiento premium… con mantenimiento de segunda mano.
La brutal honestidad de Suh
El tipo cuenta varios errores que cometen los jugadores… y, sinceramente, también cualquier mortal con gafete en cualquier trabajo:
Creer que lo que te da la empresa “ya es suficiente”.
Suh lo dice así: “A lot of players think the team facilities are enough.”
Traducción al español corporativo:
“Pues que Recursos Humanos me mande al curso, ¿no?”
Esa mentalidad de “con que no me corran, todo bien”.
Spoiler: no, no todo bien, alguien ahí afuera está esperando esa oportunidad. Tal vez si está preparándose justo para cuando llegue la oportunidad.
No contratar especialistas porque ‘está caro’.
Suh llama esto: “pennywise and pound foolish”.
Yo le digo: ahorrar en lo chiquito para perder en lo grandote.
El que no paga terapia emocional… termina pagando terapia legal.
El que no paga fisioterapia… termina pagando cirugías.
El que no paga nutrición… termina pagando energías bajas todos los días.
El cuerpo cobra, y cobra a meses sin intereses.
“Recuperarse” como si fuera spa.
Muchos jugadores usan las bye weeks para descansar “de verdad”.
Suh no.
Suh las convertía en su “Beast Mode”: reconstruía músculo, afinaba detalles, recuperaba energía.
Mientras otros perdían ritmo… él lo subía un nivel.
La parte que más me impresionó
Este hombre no tenía rutina, tenía comité técnico:
- Performance director, fisio, quiropráctico, chef personal, naturópata…
- Parecía startup, pero era él mismo.
- Su cuerpo era revisado, calibrado y actualizado como si fuera un iPhone Pro Max.
- Y la mejor parte: nada era de otro mundo.
- Dormir antes de las 9.
- Levantarse a las 5:30.
- Comer limpio.
- Porciones medidas.
- Y si había “cheat meal”, no era una pizza familiar… era un Cinnabon, compartido con su esposa, y solamente después del juego.
Romántico y disciplinado, el combo perfecto.
No hay magia.
No hay hacks secretos.
Lo suyo era pura constancia seria.
Lo que esto significa para nosotros, los mortales
Suh no es solo un atleta.
Es un recordatorio violento de que la longevidad en la vida, en la carrera, en los negocios, en el ánimo no viene del talento… viene del mantenimiento.
Nos pedimos resultados de alto rendimiento con hábitos de baja calidad.
Queremos claridad mental durmiendo cinco horas.
Queremos energía con comida chatarra.
Queremos avanzar sin invertir en lo que nos carga: el cuerpo.
A lo largo de mi carrera profesional, he visto a ejecutivos romperse por no escuchar al cuerpo, a jóvenes quemarse por querer correr antes de caminar, y a emprendedores que lo invierten en todo… excepto en ellos mismos.
En fin
No tienes que jugar en la NFL para entender el mensaje: tu cuerpo es el único activo que, si lo pierdes, te deja fuera de todos los demás juegos.
Puedes cambiar de trabajo, de pareja, de ciudad, de proyecto, de vida entera… pero no puedes cambiar de cuerpo.
Ese es el trato y Suh lo entendió antes que muchos: si no inviertes en tu propio rendimiento, estás apostando a que la vida te salga barata.
Y la vida casi nunca sale barata.
Dormir es estrategia.
Comer bien es estrategia.
Moverte es estrategia.
Recuperarte es estrategia.
Invertir en ti no es lujo: es ser coherente con tu estrategia.
Porque al final, hay un punto donde no se trata de querer “ganar más” o “hacer más”.
Se trata de poder seguir jugando.
El futuro no lo compra el más talentoso ni el más valiente… sino el más coherente.
