TERMINÓ la semana santa y empieza la pascua.
Para muchos, siguen las vacaciones, cuando menos siete días más.
Hoy arranca de lleno el periodo electoral de 2024, sumándose ahora todos los candidatos a cargos locales de elección popular, a los candidatos a puestos federales, que ya tenían semanas buscando convencer a la gente de que voten por ellos.
Ahora sí, nos van a saturar hasta el cansancio de anuncios en paredes, en panorámicos, en spots de radio y televisión, en grupos que pegan calcas y hacen ruido en las calles y en las esquinas de las principales arterias, tratando todos de llamar nuestra atención...
ASÍ SERÁ la vida cotidiana en los próximos dos meses, hasta que venga el silencio obligado de la veda electoral tres días antes del día de las elecciones, y la terca e ineficiente estrategia de evitar que la gente tome alcohol con una ley seca, que sólo hace que la gente compre cervezas y licores desde antes.
Estos días anteriores lo único destacable es el descrédito que recibieron todas las empresas que se dedican a realizar encuestas entre los ciudadanos.
En estos momentos, casi todos piensan que las encuestas son instrumentos al servicio de algunos de los candidatos, o bien, que como ocurrió recientemente en Portugal, Argentina, el Reino Unido y otras partes del mundo, o en Estados Unidos, las pasadas elecciones, las encuestas fallan e incluso, lo que pronostican, es exactamente lo contrario de los resultados...
ENCUESTAS y debates en el banquillo de los acusados...
AHORA empieza la discusión de los debates, donde la gente apuesta, como si fuera pelea de box o lucha libre, quiénes serán los ganadores o perdedores. Aunque la experiencia histórica nos dice que muy pocos debates en el mundo han servido para cambiar la opinión de los votantes.
Y casi ninguno ha llamado la atención por el contenido de los mensajes, sino por frivolidades que sí impactan a la gente.
Como el primer debate televisado ocurrido en Chicago en septiembre de 1960...
RICHARD Nixon llegó al estudio después de haber dormido poco.