La filología y el “pinche mamarracho” digital

Arturo Cueto DETONA® Hoy día en que todos nosotros —o casi todos nosotros— participamos en chats y conversaciones digitales principalmente a través de WhatsApp.
https://vimeo.com/1091444957
Entre palabras y susceptibilidades

Nos encontramos con personas de alta susceptibilidad y piel muy fina, a las cuáles no puedes tocar ni con el pétalo de una rosa —auditiva o escrita—, particularmente en temas políticos o ideológicos donde la geometría política de los participantes va hacia todos los horizontes posibles.

Ante esto me hice a mí mismo algunas preguntas:

  • ¿Es válido el uso de palabras altisonantes, groseras e incluso barbarismos en la conversación diaria en los actuales chats de WhatsApp?
  • ¿Palabras como corrupto, mugroso, mamarracho, cínico en discusiones sobre política o ideología política son aberraciones del idioma?
¿Qué opina la filología al respecto?

Esto es un poco de lo que me respondo….

  • La filología no condena, estudia

La filología, lejos de actuar como una policía del lenguaje, se dedica a entender cómo evoluciona la lengua: cómo los hablantes moldeamos las palabras según las emociones, la ideología o la tensión del momento. Una grosería o un barbarismo no son aberraciones del idioma, sino manifestaciones legítimas del habla viva.

Palabras como mamarracho (del italiano mammalucco, “hombre torpe o ridículo”) o mugroso (del latín mucus, “sucio, inmundo”) demuestran que el lenguaje absorbe y transforma la realidad.

La lengua no se contamina: se adapta, se colorea y se vitaliza.

  • Cada palabra en su contexto

La lengua se mueve entre registros lingüísticos.

En un discurso académico usamos el registro formal; en la sobremesa o en un chat, el coloquial o popular, donde se abren paso los modismos, barbarismos y palabras “altisonantes”.

Cada registro tiene su espacio.

Lo verdaderamente absurdo no es decir “pinche corrupto” en un grupo de WhatsApp, sino pretender sonar académico y culto en una conversación donde todos están desahogando su coraje ciudadano.

  • La palabra fuerte cumple una función social

Desde la pragmática lingüística, las palabras cargadas —groseras, vulgares o coloquiales— cumplen funciones concretas:

  • Catártica, cuando descargan enojo o frustración.
  • Solidaria, cuando crean complicidad entre participantes.
  • Ideológica, cuando expresan indignación o denuncia.

Decir “estos mamarrachos del gobierno” no essimple vulgaridad: es una forma de expresión política y emocional.

El español mexicano, con su herencia de picardía, sarcasmo y crítica popular, ha hecho del lenguaje una trinchera social donde la palabra fuerte tiene valor de protesta.

  • El fin del purismo

En la filología contemporánea encontramos que el purismo lingüístico es más una ideología que una ciencia.

El lenguaje cambia al ritmo de la sociedad, y hoy las redes, los memes y los chats son el nuevo laboratorio de la lengua.

La filología moderna no se escandaliza ante un “chingado” o un “cínico mugroso”: constata que esas expresiones cumplen una función discursiva legítima, producto de una comunicación inmediata y emocional, propia de la era digital.

Honestamente, creo que las palabras altisonantes no son aberraciones si son presentadas en su contexto.

Y más aún: son parte de la identidad lingüística y política de una sociedad que, al perder la confianza en sus instituciones, ha encontrado en el lenguaje coloquial una forma de resistencia, ironía y catarsis.

La filología —si desea seguir siendo actual— debe mirar los chats, los stickers y los audios de WhatsApp como lo que son: la nueva plaza pública del siglo XXI, donde el pueblo habla con toda su fuerza, su ingenio y su léxico.

Para mayor claridad, veamos un ejemplo comparado: una misma idea, tres formas:

Registro formal:

“La clase política mexicana ha demostrado una preocupante falta de ética pública y una tendencia persistente a la corrupción estructural.”

Registro coloquial:

“Los políticos en México siguen siendo los mismos de siempre: sinvergüenzas que se llenan los bolsillos y se burlan de la gente.”

Registro popular o vulgar:

“Estos pinches mamarrachos son la misma bola de corruptos de siempre, se roban todo y todavía se hacen los cínicos.”

La idea es la misma; cambian el tono y la emoción.

La primera busca credibilidad; la segunda, empatía; la tercera, descarga y contundencia, pero todas, desde la óptica filológica, son formas legítimas de expresión humana y política.
https://vimeo.com/1115590494
https://vimeo.com/1115590526
https://vimeo.com/1015118818
Arturo Cueto

Economista por la Facultad de Economía de la UANL. Ha sido funcionario de organismos empresariales y del sector público, estatal y federal. Micro empresario y profesionista independiente desde hace 20 años. Se desempeña como promotor cultural.