¿Lo perdimos, señor Presidente?

Memorable y extraordinaria: Así fue la mañanera de Andrés Manuel López Obrador del viernes pasado.
El Presidente se presentó como un ser supremo por encima de la ley, salivando rabia contra medios y periodistas, y continuando con el descontrol de casi cuatro semanas por las imputaciones de que él, sus hijos y sus colaboradores recibieron dinero del Cártel de Sinaloa para financiar las campañas presidenciales de 2006 y 2018, sin que nadie en Palacio Nacional pueda contenerlo.

La mañanera comenzó con una frase harto extraña:
“Buenos días, su señoría. Matatero tero lá. ¿De qué trata el día de hoy la conferencia? Matatero tero lá”.
Trató de varias cosas, pero ninguna tan preocupante y amenazante en palabras de un jefe de Estado electo democráticamente como su racional mesiánica y déspota.
No son estos calificativos, sino descripción de su actitud.
La mejor manera de analizar la mecánica de su mente es su intercambio con Jésica Zermeño, corresponsal de Univisión en México.
Este es un fragmento, editado por razones de espacio, de las preguntas respetuosas y la insistencia profesional de Zermeño, que aguantó las provocaciones de López Obrador, y los insultos, infundios y falsedades con los cuales pretendió avasallarla:
- JZ: El día de ayer (jueves), cuando presentó (la) carta que le envía la jefa de la corresponsalía del New York Times para este reportaje, da a conocer su número telefónico, en un país donde han fallecido, al menos en este sexenio, 43 periodistas.
- LO: Con todo respeto, quienes hacen un periodismo… faccioso, porque nada más se inclinan en favor de grupos de intereses creados, no hacen un periodismo para todos. Están demasiado cercanos al poder económico y al poder político… Se sienten bordados a mano, como una casta divina, privilegiada. Pueden calumniar impunemente, como lo han hecho con nosotros… y no los puede uno tocar ni con el pétalo de una rosa.


