¿Otra vez descabezar bandas?
La tarea de los marinos será “detener y extraer” a los jefes locales del crimen para que luego la Fiscalía General de la República los investigue y someta a proceso.
Se encargarán de esto cinco unidades de las Fuerzas Especiales (FES) de la Marina, que entrarán en acción cuando se conozca el paradero de los jefes locales del Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG), La Familia Michoacana, Los Caballeros Templarios, Los Viagras o Los Blancos de Troya.
La excelente nota de Rubén Mosso, en MILENIO da los nombres de los cabecillas de cada banda y describe las tareas adicionales de la Marina: destruir laboratorios y campos de entrenamientos clandestinos; blindar las zonas mineras, desactivar minas que hay en tierras de labranza o caminos y desplegar, frente a las costas de Michoacán, “seis buques y patrullas para interceptar a las embarcaciones relacionadas con la delincuencia”.
No sé si es prudente revelar todos estos detalles, pero son detalles que van al corazón del problema, los únicos del plan que responden al clamor de la gente de Uruapan y de Michoacán: que el gobierno ataque a los criminales que los matan, los secuestran y los extorsionan hace años, todos los días.
La estrategia de eliminar capos no es nueva. Más bien, es muy vieja.
Fue mucho tiempo la preferida de la DEA y la que siguieron Felipe Calderón y Enrique Peña Nieto.
Se sabe lo que produce esa estrategia: no menos, sino más muertos entre las bandas. ¿Por qué?
Porque, caído el capo, hay que llenar su lugar, lo que produce violencia dentro de la banda.
Y porque las bandas rivales aprovechan la debilidad de la descabezada para atacarla.
Lo que ha funcionado no es eso, sino erradicar la red criminal completa, tanto al capo como a sus operadores y sus cómplices, en especial sus cómplices políticos.
