
Tampa, Florida.-
Les platico: Owl es lechuza o búho en español, y éstas aves son nocturnas, hoscas, solitarias, gruñonas, poco dadas a la alharaca y escasamente gregarias, ya que es más fácil que se les vea solas que acompañadas.
Pues de ahí viene la irreverencia de su servidor, de catalogar al evento del año del futbol americano, como "Súper Owl", porque Tampa no es ni por asomo lo que fue Miami el 2 de febrero del 2020, cuando con la pandemia pisándole los talones, se realizó en la casa de los Dolphins la versión LIV de este emblemático deporte norteamericano.

Muchísimos restaurantes cerrados; los bares, ni se diga; parques y lugares públicos con severas restricciones para ser utilizados; museos entelarañados debido a los meses que tienen de estar mosqueándose.
Hoteles con ocupaciones menores al 60% y a pesar de todo esto, una alocada y desenfrenada oleada de aumentos de precios que llevó en menos de tres días, un vaso de cerveza que costaba $3 dólares, a 7 y una noche de hospedaje disparada hasta 400% respecto a las tarifas de hace una semana.
Sí, se la están bañando en Tampa.

En la tarde previa al gran evento, pudimos caminar sin mucho problema frente al Estadio "Raymond James".
Muy orondos y confiados llevamos con nosotros a "Jimmy" y creímos que podríamos hacerlo volar a discreción, a una milla de la sede del "Súper Owl".
¿Y qué creen?, no pudimos, porque aún a tan lejana distancia, la tecnología de los gringos bloquea cualquier sobrevuelo de nave alguna -así sea un inocente droncito como nuestro "Jimmy"- para proteger los sagrados derechos de transmisión de las grandes cadenas televisoras que pasarán el partido para millones de aficionados en todo el mundo.
