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Ciudad de México: calles llenas, hospitales también

De vez en cuando suena salsa, cumbia o rancheras en la sala de urgencias del Hospital Ajusco Medio, en el sur de Ciudad de México.
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Por The Associated Press
Interior de la central de abastos de Ciudad de México, uno de los puntos que más críticos de contagio. GIF: NAYELI CRUZ / EL PAÍS
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De vez en cuando suena salsa, cumbia o rancheras en la sala de urgencias del Hospital Ajusco Medio, en el sur de Ciudad de México. La doctora Marta Patricia Mancilla, jefa del servicio, está convencida de que eso logra levantar el ánimo del personal y los pacientes, ayuda a olvidar los malos momentos y evita pensar en lo que se viene.

A ocho meses de convertirse en uno de los hospitales públicos dedicados exclusivamente a COVID-19 de la capital mexicana, “lo peor está por llegar", aseguró Mancilla. “Y, desafortunadamente, nos va a agarrar muy cansados”.

Ciudad de México (que concentra casi 20% de los casos de COVID-19 del país, con más de 219.000 contagiados y al menos 13.800 muertos) atraviesa un rebrote que ha hecho saltar las alarmas.

La jefa de gobierno, Claudia Sheinbaum, multiplicó la cantidad de pruebas y el rastreo de positivos pero el viernes llamó a la ciudadanía a confinarse nuevamente y anunció la habilitación de 600 camas adicionales para atender la creciente demanda.

El problema de la urbe de 10 millones de habitantes y otros tantos repartidos en sus suburbios es que las calles están cada vez más llenas, los centros comerciales hierven y los hospitales también.

En una pizarra de su despacho, el doctor Alejandro Ávalos, director del Ajusco Medio, actualiza en tiempo real el nivel de ocupación: total 122%, UCI (Unidades de Cuidados Intensivos) 116%, urgencias 100%, se leía el miércoles.

A partir de mayo no hemos bajado del 100% (de ocupación)

dijo el cirujano con 35 años de experiencia. En la primavera se vieron desbordados cuando la gente comenzó a acumularse en los pasillos y no podían permitir a los familiares de un fallecido ingresar a identificarlo por temor contagio.

Luego “cambió nuestra forma de pensar”, explicó Ávalos, y eso les hizo ser más eficaces y más cercanos a sus pacientes. "Hemos aprendido a llorar con la gente, a sufrir con la gente, a entender más”.

Una trabajadora de salud cubierta con equipo de protección completo contra la propagación del nuevo coronavirus chatea en su teléfono móvil dentro de la sala COVID-19. Foto: AP Foto/Marco Ugarte

El hospital se ha transformado. El estacionamiento acaba de ser reconvertido en una nueva área de hospitalización con la más moderna tecnología. Un centenar de las nuevas camas anunciadas por las autoridades están ahí, de momento vacías, aunque podrían llenarse en días.

La principal apuesta del Ajusco Medio es la atención temprana mediante carpas en el exterior del edificio para las primeras valoraciones y tratamientos rápidos en el domicilio combinada con ingresos también tempranos antes de que haya complicaciones y con la ventaja añadida de contar, además, con un amplio equipo de especialistas

En mayo atendían en las carpas a unas 90 personas por día, al margen del centenar hospitalizado. El miércoles hasta primera hora de la tarde ya habían pasado 143.

Los resultados en este hospital gestionado por la Secretaría de Salud de la ciudad y totalmente gratuito son prometedores. Según su director, la mortalidad se redujo del 68% en abril al 8% en noviembre.

No obstante, no todos los centros sanitarios tienen la misma suerte.

En el de La Raza en el norte de la capital, también público pero operado por el gobierno federal, un grupo de médicos y enfermeros firmaron la semana pasada una queja en la que amenazaron con dejar de atender a pacientes con COVID-19 si las autoridades sanitarias no decretaban el “semáforo rojo”, el nivel de alerta máxima que paraliza todas las actividades no esenciales.

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