El día después

- Hay millones de opositores. Morena no es mayoría.
- La marea humana, cívica y propositiva que tomó las calles de las principales ciudades del país, demuestran que la democracia y la libertad arraigaron en el país.
- No hay estructuras, aparato de gobierno, o repartidera de dinero que derrote a la sociedad si ésta se moviliza. Lo que vimos es la reiteración de que nada puede sustituir o vencer a la participación ciudadana.
Las oposiciones carecían de una causa: ya la tienen.
Pero no debemos olvidar algo.
La marcha no es un final: es el principio.

El golpe electoral sigue su curso.
Sólo la presión social mantendrá, primero, unido al bloque opositor y frenará, segundo, el intento golpista de la secta más radical del morenato.
La resistencia debe continuar.
Con actos simbólicos, iniciativas, desobediencia civil.
El régimen y su Sumo Pontífice han demostrado, una y otra vez, ser bastante torpes cuando pierden el control de la agenda.
Ya lo perdieron. No hay que devolvérselos.
Por eso, tan importante como el triunfo del día 13, es el de los días después: hoy, mañana...
Vendrá la reacción: minimizar los números, tratar de desvirtuar la causa, caricaturizar.
También el insulto y el vómito de calificativos.

No hay que contestar ni repetirlos. Lo que el régimen quiere es retomar el control de la conversación.
Si caemos en la provocación, ganarán.
Responder a sus insultos provoca tres fenómenos:
- Une a su base.
- Normaliza su lenguaje y
- Nos lleva al terreno de su retórica.
Recibir el golpe y utilizar su fuerza en nuestro favor, conlleva varias ventajas:
- Nos une.
- Los exhibe.
- Fortalece nuestra causa.
El terreno del renacimiento opositor reside en mantener nuestra narrativa de profundizar la democracia, ampliar la libertad y fortalecer a la sociedad civil.
