El laberinto de la globalización: una crítica al concepto de nuevo orden

Carlos Chavarría DETONA® Tan antiguo como la vida misma, los seres humanos disponemos de un repertorio de señales para amedrentar, apaciguar o subyugar a los demás. En la geopolítica, estos rituales de poder son un lenguaje propio.
https://vimeo.com/1091496933

El desfile militar organizado en días pasados por Xi Jinping y la subsecuente cumbre de la Organización de Cooperación de Shanghái (OCS) no fueron meros actos protocolares, sino un singular acuse de recibo de un mundo en transición.

Al más puro estilo de la Larga Marcha de Mao, el evento envió una señal clara, un mensaje que el  presidente Trump entendió en un tono lacónico, propio de la complejidad de una relación simbiótica.

 La reunión de la OCS, una institución fundada hace 24 años para combatir el terrorismo y fomentar la cooperación económica, se ha transformado en un contrapeso a las alianzas occidentales.

Con la inclusión de India, Pakistán, Irán y Bielorrusia, la organización actúa como una plataforma para una narrativa de gobernanza mundial alternativa, con Beijing y Moscú en el centro.

Sin embargo, este desfile de poder es más un eco del pasado que un faro hacia el futuro.

La reunión, que silenció la anexión de Ucrania y criticó a Occidente, evoca la lógica del COMECON, aquella alianza económica de la Guerra Fría que, al integrar a economías parasitarias, terminó por consumir a la propia Unión Soviética.

Los invitados a este nuevo bloque no representan un poder económico sostenible, sino un conglomerado de intereses políticos que, en el largo plazo, pueden socavar la estabilidad de la propia China.

La relación entre Estados Unidos y China es una tormentosa simbiosis.

Ambas potencias se necesitan mutuamente para sobrevivir como las mayores economías del mundo. 

Los norteamericanos, con un mercado interno de enorme poder adquisitivo, son un motor global, en tanto, China ha medrado con acuerdos comerciales que, a menudo, sirven a sus propósitos políticos y no a una sana dinámica económica, en este contexto, Estados Unidos no necesita a China tanto como China necesita a Estados Unidos. 

El verdadero poder no se exhibe en desfiles, sino en la solidez de las instituciones financieras, a pesar de todas las crisis, el dólar se mantiene como el repositorio de la confianza financiera del mundo, la idea de reemplazarlo con yuans o rublos parece, por ahora, una quimera.

La retórica de un "nuevo orden económico y monetario" se ha vuelto un lugar común, pero carece de un plan de acción coherente y, sobre todo, de un entendimiento de los sacrificios necesarios.

Los gobiernos y expertos hablan de acabar con la dependencia del dólar, pero nadie se atreve a proponer un camino que no implique perder acceso al lucrativo mercado norteamericano. Es un absurdo.

La globalización no fracasó por sí misma, sino por la incoherencia de las políticas públicas de los gobiernos que, al no actualizarse, se vieron desbordados por la expansión del mercado externo.

 

En última instancia, el llamado a un nuevo orden es una cortina de humo. Joseph Stiglitz critica el sistema actual, no para destruirlo, sino para mejorarlo con mayor regulación e inversión social.

China, por su parte, busca un sistema monetario multipolar para ampliar el uso de su yuan digital, y el FMI propone una evolución, no una revolución, del sistema de reservas. 

El problema no es el sistema en sí, sino nuestra falta de voluntad para adaptarnos, el demonio, como bien se dice, siempre está en los detalles, en la poca coherencia de las políticas y en la incapacidad de sacrificar lo inmediato por un bien mayor. 

La respuesta no está en el desmantelamiento, sino en la reforma; no en un nuevo orden, sino en la responsabilidad colectiva de asumir los costos de un crecimiento más equitativo.
https://vimeo.com/1115590494
https://vimeo.com/1115590526
https://vimeo.com/1015118818
Carlos Chavarría

Ingeniero químico e ingeniero industrial, co-autor del libro "Transporte Metropolitano de Monterrey, Análisis y Solución de un Viejo Problema", con maestría en Ingeniería Industrial y diplomado en Administración de Medios de Transporte.