
Un viaje simbólico a la región cuna del cristianismo y su desarrollo donde, sin embargo, el número de cristianos disminuye, aun cuando son la minoría más numerosa en Medio Oriente y África del Norte.
Por ejemplo, en Belén en 1948 era 85% de la población y hoy apenas alcanzan 10%.
Han escapado de los conflictos en Gaza, Siria, Irak y Líbano.
Su visita del 27 al 30 de noviembre a Türkiye fue para conmemorar el 1700 aniversario del Concilio de Nicea (hoy Iznik) convocado por el emperador Constantino en 325. Ahí se proclamó el Credo y la doctrina de que Jesús y Dios tienen una misma esencia.
El Papa enfatizó la fe compartida en todo el cristianismo de que Jesucristo es el Hijo de Dios y llamó a la unidad cristiana en la fe, en un mundo que requiere de paz y no violencia.
Oró con el Patriarca Ecuménico Bartolomé y otros 26 líderes cristianos de iglesias como la armenia, la siriaca, la anglicana y otras protestantes.
“Fe y unidad” fueron palabras centrales.
En Estambul visitó la Mezquita Azul y el Patriarcado ortodoxo, donde firmó con el Patriarca Bartolomé un compromiso para que las Iglesias católica y ortodoxa vuelvan a celebrar la Pascua en las mismas fechas.
Se exploró una celebración conjunta del segundo milenio del nacimiento de Jesús en 2033, probablemente en Jerusalén.
En su primera conferencia de prensa el 30 de noviembre, el Papa se refirió al conflicto entre Israel y Palestina.
Enfatizó la necesidad de establecer dos Estados.
Dijo que la Santa Sede ha apoyado por muchos años esta opción y que aún cuando Israel no la acepta por ahora, es la única alternativa posible.

Visitó Líbano del 30 de noviembre al 2 de diciembre, país donde conviven varias religiones, aunque los cristianos, en especial los maronitas, han visto disminuida su presencia.
De ser mayoría, ahora son 32% de la población libanesa.
El mensaje del Papa se centró en la esperanza y la necesidad de permanecer o regresar a su país.
Les dijo a los jóvenes: “Por favor quédense, entre más oscuro el momento, la fe brilla como el sol”.
También los instó a la reconciliación y a la paz señalando que “hay que sanar heridas para no quedar prisioneros del dolor”.
A su llegada al Líbano, visitado por San Juan Pablo II y Benedicto XVI, repicaron las campanas de todas las Iglesias.
El Papa cruzó la zona controlada por Hezbollah y visitó tanto los lugares sagrados de San Charbel, el santo protector del Líbano como de nuestra señora de Harissa, también conocida como Nuestra Señora del Líbano, con el patriarcado maronita de Antioquia.
Los maronitas están alineados con la Iglesia Católica Romana y el Papa, pero conservan ritos orientales.
Si el gobierno mexicano desea una visita del Papa León XIV a México debe entender que será esencialmente religiosa, simbólica, de llamado a la paz, al fin de la violencia.
