El sector privado y el nuevo gobierno

Se acercan las elecciones.
Luego vendrán las sorpresas durante el proceso de transición del gobierno saliente al entrante.
El nuevo Congreso se instalará el 1 de septiembre.
La nueva presidenta de la República iniciará su gestión el 1 de octubre.
Algunos empresarios intentarán formar parte del nuevo gobierno.
Las especulaciones sobre el gabinete serán el pan de cada día. Ya hemos visto esa película.
La piedra angular del crecimiento económico será el establecimiento de principios y estructura óptima para una relación exitosa entre el sector privado y el nuevo gobierno.
Las organizaciones empresariales fueron creadas para otra realidad política de México. El país cambió. Ante la democracia y una economía abierta, hace falta repensarlas.
La danza entre empresas y gobiernos siempre es compleja.
Las empresas necesitan un entorno estable y predecible para prosperar, mientras que los gobiernos dependen de un sector privado saludable para el crecimiento económico, la creación de empleos y los ingresos fiscales.
Una relación exitosa no se trata simplemente de proximidad o acceso, sino de fomentar una base de colaboración construida sobre principios claros.
La transparencia y la comunicación abierta son los pilares de la confianza
Las empresas necesitan una comprensión clara de las regulaciones y políticas gubernamentales, mientras que los gobiernos se benefician de la información sobre las tendencias de las industrias y los desafíos potenciales.
El diálogo regular a través de canales oficiales permite la resolución proactiva de problemas y minimiza los malentendidos.
Los objetivos compartidos y el respeto mutuo son cruciales para superar las diferencias inevitables.
Si bien las empresas dan prioridad a las utilidades, los gobiernos deben equilibrar las preocupaciones económicas con el bienestar público, la protección ambiental y la justicia social.

Sin embargo, ambas partes comparten el interés en una nación próspera y estable. Encontrar puntos en común y reconocer los objetivos legítimos de cada uno allana el camino para soluciones beneficiosas para todos.
La previsibilidad y la estabilidad regulatoria son esenciales para que las empresas realicen inversiones a largo plazo.
Las sorpresas y los cambios frecuentes en las políticas crean incertidumbre y sofocan la innovación.
Los gobiernos, aunque conservan la flexibilidad para abordar nuevos desafíos, deben esforzarse por lograr regulaciones claras y consistentes con un proceso de implementación justo y transparente.
La competencia y la igualdad garantizan un entorno empresarial saludable.
Los gobiernos deben evitar políticas que favorezcan industrias o empresas específicas, permitiendo que la competencia impulse la innovación y la eficiencia. Centrarse en fomentar un entorno en el que todas las empresas puedan competir de manera justa fomenta el crecimiento económico a largo plazo.