
Les platico:
Poco antes de las elecciones de 1992, James Carville, estratega de Bill Clinton, pegó un cartel en las oficinas centrales de la campaña del candidato demócrata que contenía tres puntos:
- Cambio Vs. más de lo mismo.
- Es la economía, estúpido.
- No olvidar el sistema de salud.
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Vámonos por partes:
Como decía el célebre cirujano Jack El Destripador en sus gustadas clases de disección anatómica en la Facultad de Medicina de la Universidad de Dublín. ¿Arre? ¡Arre!
A raíz de la tan llevada y manida encuesta del periódico Reforma que le dio 45 puntos de ventaja a Claudia Sheinbaum sobre Xóchitl Gálvez, López Obrador se aventó desde la 3a cuerda al proclamar desde el púlpito presidencial que "este arroz ya se coció".
Seguidores y fanáticos patito -o más bien, gansito- repiten como coros de loros dicha frase urbi et orbi y saturan con ese concepto los deshilachados y berrinchudos chats, columnas y redes sociales donde medran.
Pero de pronto, la inteligencia cubana que asesora al presidente desde el inicio de su sexenio, le advirtió que haber dicho "este arroz ya se coció", estaba pegando durísimo -pero para mal- entre los votantes de Morena.
(Comentario al margen: la inteligencia cubana es en estos momentos tan o más eficiente que la misma norteamericana).

Los "duros" de Morena habían celebrado la ocurrencia de Andrés Manuel porque -según ellos- propagandear lo del "arroz ya se coció" sería un doble bolazo:
- Por un lado le darían a Reforma una sopa de su propio chocolate.
- Por el otro, desalentarían al voto opositor, pues tradicionalmente se sabe que cuando pierde el abstencionismo, gana la oposición.
Los duros de Morena son la senadora Citlalli Hernández; El Fisgón, jefe de los moneros del Canal 13; Jesús Ramírez Cuevas -vocero de la presidencia- y a veces Mario Delgado, aunque el presidente nacional de Morena se acomoda en todos lados.
