La rebelión de los militares
López Obrador está atrapado entre dos fuegos.
Entre militares indignados, acusados de asesinar y desaparecer a los estudiantes de Ayotzinapa y padres de familia que exigen justicia para sus hijos.

El presidente paga los costos de haber ordenado a Alejandro Encinas politizar el caso para culpar al pasado de la masacre.
Sólo que Encinas cometió un error político: culpó a más de veinte militares de ser responsables del crimen.
Así que ahora, AMLO ya no sabe cómo defender y quedar bien con el Ejército. Por eso, nervioso y de malas, dijo: “… este Ejército surgió para combatir a fifís y conservadores que buscan dar un golpe de Estado”.
El mensaje dejó ver con claridad meridiana lo que hay detrás de la militarización actual del país. Evidenció la paranoia, las alucinaciones y pesadillas de un hombre desequilibrado. El miedo a ser derrocado y llevado a la cárcel. Aunque también la necesidad de tener “su propio Ejército” para sostenerse.

El otro destinatario del delirio fue Alejandro Encinas. “¿¡Qué quieren, que se debilite el Ejército!? ¿¡Qué se destruya?” Era tanto como reclamarle al subsecretario de Gobernación: Eres un estúpido, ¿acaso quieres provocar un cuartelazo?
Encinas hizo un mal cálculo.
Compró al Grupo de Expertos Independientes la tesis de que se trató de un “crimen de Estado”. Recomendó que Omar Gómez Trejo –miembro de esa agrupación– se convirtiera en fiscal especial del caso, el gobierno le dio amplios poderes para llevar a cabo la investigación y armar el expediente.
Un expediente donde el “crimen de Estado” trata de justificarse con la hipótesis de que el Ejército fue el autor intelectual de la desaparición y asesinato de los normalistas. Y es ahí donde López Obrador parece decirle a sus colaboradores: “¡No me vengan con que ahora tengo que culpar a mis principales aliados los militares!”
