La verdad sospechosa
El pasado lunes 19 de febrero, un día después de que cientos de miles de mexicanos en muchas ciudades nos reunimos en plazas públicas exigiendo respeto al presidente López Obrador, moría en su casa Don Carlos Urzúa.
Esta muerte me sorprendió tremendamente a mí y seguramente a bastantes mexicanos que conocíamos su importancia en el medio ambiente político actual y su brillante trayectoria profesional y pública como financiero.

Según un noticiero y otras informaciones en redes, la muerte de Urzúa se atribuyó a un infarto fulminante, y fue encontrado muerto en las escaleras de su casa con un fuerte golpe en la cabeza, por una persona de servicio.
Informaron que un médico legista (no dicen de qué dependencia, capacidad o autoridad) dictaminó “muerte natural".
También que no se abrió una carpeta de investigación oficial para investigar su muerte.
La muerte de Don Carlos no puede ser menos que impactante e inoportuna (y en mi opinión sospechosa) para el movimiento ciudadano de oposición al gobierno, y oportuna para el presidente López Obrador y su candidata.
¿Por qué impactante?


