
Les platico:
Indiferente -hasta ahora- el gobierno de Estados Unidos se mantiene a la expectativa de lo que ocurre en Perú tras el intento de golpe de Estado del ex presidente Pedro Castillo el pasado 7 de diciembre, que lo mantiene preso durante los 18 meses que se llevará su proceso para determinar si es culpabilidad o inocente de los delitos de rebelión y otros de que lo acusa la justicia peruana.
Recordemos: su esposa y dos hijos menores, Alondra y Arnold, están exiliados en México desde el 27 de diciembre, a pesar de que Lilia Paredes no enfrentaba la persecución política que aludió Marcelo Ebrard para justificar el salvoconducto que les otorgó nuestro gobierno para alojarlos en la embajada de Lima y posteriormente llevarlos a la CDMX.
En cambio, Lilia enfrenta acusaciones de haber abierto cuentas a su nombre y de otros familiares de su esposo en el Banco General de Panamá por 35,000 dólares.
Esto la hace sujeta a que en cualquier momento sea solicitada su extradición para enfrentar a la justicia peruana.
Están fugados y acusados del mismo delito, dos sobrinos y un tío del ex presidente Castillo, que aún es reconocido como tal por López Obrador, por Gustavo Petro -presidente de Colombia- Daniel Ortega -de Nicaragua- Nicolás Maduro -de Venezuela- y el cubano Díaz-Canel.
De la ralea socialista latinoamericana se mantienen al margen de tal "pronunciamiento", Lula -de Brasil- el chileno Gabriel Boric y el argentino Alberto Fernández.
Al mismo tiempo, AMLO y sus colegas no reconocen a Dina Boluarte como presidenta del Perú.



