1.
Durante muchos años celebré la misa dominical en una capilla de cierta colonia popular. La sacristana -llamémosle Doña María- también se encargaba de abrir el pequeño templo, juntar la limosna que entregaba al párroco, limpiar las bancas, conseguir quien leyera y cantara, etc.
Un domingo, serpenteando en mi vochito la calle empedrada que conducía hasta la humilde iglesia, veo a Doña María salir de una casa en la que se realizaba un culto protestante, con bolsas de mandado en ambas manos, y corriendo porque se le hacía tarde.
2.
Cuando nos topamos, poco antes de iniciar la eucaristía, le pregunté: “¿Qué pasó? ¿Ya anda chaqueteando? ¿Cómo es que se fue con los hermanos separados, usted que es aquí la mera mera?”.
Sonriendo irónicamente me respondió: “Pues ahí nos dan despensas, cobijas y juguetes para los niños. Yo voy y rezo, canto y alzo las manos, recojo lo que me regalan y me vengo volando para estar a tiempo.
Les agradezco todo lo que me obsequian, pero nada más. Yo aquí sigo firme. No se vaya con la finta, padrecito”.

3.
Desde entonces, reviso con escepticismo las tesis que sostienen: ser beneficiario de un programa social, influye en el comportamiento electoral de los votantes.
Así lo afirman Bernardo Barranco en La Jornada de ayer, y Eduardo León España y Rodrigo Castro Cornejo en Nexos. Inclusive, y contra lo que se asume con facilidad, los investigadores aseveran que no sólo los más pobres votarán por Morena gracias a los apoyos presidenciales, sino también personas con educación preparatoria e ingresos medios.
De tal modo es su influjo.

4.
Sin embargo, cuestionando a algunas amistades que reciben la “pensión para el bienestar de las personas adultas mayores” y que, de manera paradójica, elevan feroces críticas contra AMLO, un día sí y otro también, me responden de manera pragmática:
“Acepto mi apoyo para que él no se quede con el dinero”.
Es decir. El hecho de acceder a tales dádivas no cambia su animadversión hacia el protagonista de Las Mañaneras ni, supongo, hace que de manera forzosa incline su intención de voto hacia el partido del presidente en las próximas elecciones.