El caso del Tren Maya abre el debate respecto a impulsar el progreso o procurar el respeto al entorno natural en la zona selvática de la península de Yucatán; es un tema de muchas aristas, todas las partes ofrecen su verdad y todas tienen la razón.

El desencuentro entre el progreso y el respeto al entorno no es exclusivo de esa obra.
En Nuevo León se vive lo mismo y prácticamente, todo el país padece el problema; en todos los casos es un asunto de dinero contra preservar las condiciones actuales del entorno.
Ejemplos hay muchos, en los pasados 15 años, la metrópoli de Nuevo León tuvo un crecimiento desmedido, tanto horizontal como vertical.
Otro caso es el de la zona costera de Yucatán.
Entre Puerto Progreso y Telchac Puerto, hay una franja con gran desarrollo inmobiliario que ha llevado progreso a la entidad pero que en poco tiempo pondrá en riesgo zonas arqueológicas y sitios de santuario para los flamingos.

No conozco alguien quien prefiera el progreso por sobre el respeto al entorno, pero tampoco conozco quién quiera ese respeto en su propio entorno o haga algo en bien del medio ambiente donde vive.
En Nuevo León, las agrupaciones que procuran el cuidado al medio ambiente poco o nada alzaron la voz cuando se autorizaron fraccionamientos, desmontes y derrumbe de cerros para construir viviendas horizontales y verticales.
