
Les platico:
La pregunta más frecuente de quienes se tomaron la molestia de contactarme después de leer mi artículo con la 1ª parte de este tema fue, ¿de qué lado estoy?
A saber:
- De Roberto Garza Delgado.
- De sus hermanas María Viviana, Gabriela y María del Carmen.
- De Santander.
Respuesta: De ninguno de ellos.

Expuse hechos inéditos, basado en fuentes altamente confiables dentro y fuera de esa familia.
En esta 2ª parte van otros más y algunos indicios que pueden ayudar a que sepamos por dónde se van a ir las cosas en este penoso asunto de familias corporativas, válgaseme el término.
Entonces… ¡Arre!
INCIENSO, PUREZA Y CASTIDAD
De una iglesia, solo le faltan los curas, la cúpula y un altar a la casa donde vive Roberto Garza Delgado con su esposa Gabriela Sada, en la zona de los callejones, por la avenida Santa Bárbara, en el municipio de San Pedro Garza García, NL.
Aunque no le faltan del todo los sacerdotes, porque seguido van a echarse el té, el café o el desayuno, la comida o cena, y a oficiar en esa casa, misas privadas que son ordenadas -y muy bien pagadas- por los señores de la casa.
La religiosidad se respira patológicamente por todos lados: crucifijos, santos, vírgenes, rosarios monumentales y en un descuido, hasta confesionarios hay.
“Esa casa huele a incienso, pureza y castidad”, diría mi abuela, la primera alcaldesa en la historia de México.
Pero también invocando a esa venerable mujer, tales señores ingieren santos y defecan diablos, por lo que en seguida les voy a contar. ¡Arre!



