

Les platico:
La presentación de este exponente de la nueva generación gala de pianistas, incluyó además, piezas de Chopin, Gabriel Urban Fauré y Robert Schumann, pero el inicio del concierto dejó helados a los expertos y diletantes que nos dimos cita la noche de este martes 29 en el Auditorio San Pedro de dicho municipio.
Lo trajo el siempre inquieto maestro Jorge Gallegos, quien está cumpliendo 28 años con el Festival Internacional de Piano de su Sala Beethoven.
Sin menospreciar para nada al resto del programa, quiero referirme a la Sonata para piano No. 21 en Do Mayor, Opus 53, también conocida con el sobrenombre de "Aurora", compuesta en 1804, publicada un año después en Viena y dedicada al Conde Waldstein, importante protector de Beethoven en su natal Bonn.
Esta sonata marca el punto de partida del compositor hacia los ejecutantes más evolucionados de la época.
Con esta pieza, Beethoven deja de componer para intérpretes de mediana calidad y se enfoca solo en pianistas capaces de superar las extraordinarias dificultades que representan sus partituras.
Tan solo el primer movimiento (Allegro con brio) encierra todo un desafío del compositor a sus ejecutantes.

Y Beethoven viaja en el tiempo, pues conforme pasan los siglos, esta pieza es elegida solo por virtuosos para sus conciertos.
La Sonata... es evadida aún por pianistas considerados expertos y se necesita, además de alta preparación, una valentía fuera de serie para tocarla ¡sin partitura a la vista!, como lo hizo Théo anoche.
He visto la interpretación de esta pieza en auditorios de escala mundial -como la Scala de Milán- y muy pocos se animan a interpretarla sin tener a la vista la partitura del genio alemán.
Miguel Angel Portis, uno de los directores musicales de la catedral de la ópera en el mundo, me explicó un día, que el primer movimiento de esta Sonata es un tour de force para los ejecutantes.



