Allende, Coahuila, Gps y locura

En la ola alta de la inseguridad nos substrajeron del parqueadero público, el vehículo familiar.
Los maleantes, escondidos en la noche, afuera de las oficinas estatales del Partido Acción Nacional, lograron su cometido. 

Poco les interesaron las cámaras de seguridad de circuito cerrado. Al fin todo Nuevo León, era territorio libre de las células del crimen organizado. 

Debimos andar con cuidado aún por la mañana y la tarde. Nos tocó presenciar dos balaceras, escuchar el eco de las granadas en las instalaciones de Televisa o los cuerpos de las personas ejecutadas a la vista de los transeúntes. 

Historias replicadas de secuestros exprés, de desapariciones forzadas y de barrido por grupos contrarios. 

Viajar por las brechas, a los ranchos de los municipios del norte, equivalió a deporte extremo y de muy alto riesgo. 

Los narcocampamentos, espacios expropiados a sus legítimos dueños, donde se adiestraba a los reclutas, muchos de ellos centroamericanos y jóvenes sin posibilidad de progreso social. 

LOBOS CON AMETRALLADORAS

A ellos se les usó de carne fresca para la jauría de lobos con ametralladoras. Se les dotaba de droga, dinero y la posibilidad de ejercer la violencia como forma de intimidación. Incluso con sus vecinos o familiares envidiosos. 

Nuestro territorio es el mayor cementerio al aire libre. No habría sido descabellado, desde nacimiento, como lo llevan los grandes empresarios, implantar un gps en el cuerpo de los mexicanos.

Para no perderles la huella. Para saber con exactitud, donde terminaron sus días terrenales. 
Gerson Gómez

Morelense de cepa Regiomontana. LCC con especialidad periodismo (UANL). Doctor en Artes y Humanidades (I.C.A.H.M.). Tránsfuga de la mesa de redacción en diferentes periódicos como El Diario de Monterrey, Tribuna de Monterrey, y del grupo Reforma en el matutino Metro y vespertino El Sol. Escort de rockeros, cumbiamberos, vallenatos y aprendices al mundo de la farándula. Asiste o asistía regularmente a conciertos, salas de baile, lupanares, premieres, partidos de fútbol y hasta al culto dominical. Le teme al cosmos, al SAT, a la vejez y a la escasez de bebidas etílicas. Practica con regularidad el ghosting. Autor de varios libros de crónica como Hemisferio de las Estaciones, Crónicas Perdidas, Montehell, Turista del Apocalipsis, Monterrey Pop y Prêt-à-porter: crónicas a la medida.