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Espero no decepcionar ni molestar a nadie, pero Pemex jamás ha sido una gran empresa.
Llegó a tener un gran tamaño, pero nada más, se fundó unos años antes de la expropiación y se hizo de los activos así obtenidos; los siguientes 30 años produjo más o menos lo suficiente para cubrir el consumo de un país apenas iniciando su industrialización, pero, para fines de los 70, ya era necesario importar petróleo.
Las cosas cambiaron con el embargo petrolero de 1973, que elevó significativamente el precio del crudo, lo que permitió explorar y explotar regiones que antes eran incosteables.
Fue lo que vio López Obrador en su juventud, y desde entonces se quedó con la idea de que el petróleo era fuente de riqueza, en realidad, lo que nos puso en el mapa mundial fue el descubrimiento de Cantarell, que era entonces el segundo manto más grande del mundo.
Eso salvó a López Portillo de los errores de Echeverría, pero le permitió los propios, luego salvó a De la Madrid de tener que enfrentarse de lleno a un sistema disfuncional, con lo que perpetuamos al viejo régimen, sentando las bases de su regreso.






