Desastres no naturales
Este año ha llovido más de lo acostumbrado.
Ya lo habíamos comentado con respecto a la Ciudad de México, y ahora tenemos que hacerlo para las cuencas del centro del Golfo de México, que generalmente llamamos Huasteca.
Desde la Sierra Gorda de Querétaro, bajando a San Luis Potosí, Hidalgo, Puebla y Veracruz, la lluvia provocada por el huracán Priscilla y la tormenta Raymond ha causado serias inundaciones en toda la región.
No se trata de un fenómeno extraordinario, aunque no sea tan frecuente.
Las inundaciones causadas por huracanes las conocemos desde hace mucho.
Hace casi exactamente 26 años, en la primera semana de octubre de 1999, la región fue devastada por inundaciones que costaron casi 400 muertos y medio millón de damnificados, también en octubre, pero de 2007, Noel provocó inundaciones graves en Chiapas y Tabasco.
Y casi cada año tenemos eventos menos serios y más localizados.
Aunque hay la creencia de que este tipo de eventos se ha hecho más común con el calentamiento global, no parece existir evidencia de ello (sí lo hay para las olas de calor o de frío).
Creo que es importante mencionarlo, porque los gobiernos eluden su responsabilidad achacando las tragedias a un fenómeno global que nadie controla.
Este tipo de inundaciones, aunque no ocurra con tanta frecuencia, sabemos que es posible.
Aunque no se pueden evitar los daños materiales, sí es posible reducir significativamente la pérdida de vidas, actuando a tiempo.
Para eso, es indispensable contar con la mejor tecnología posible en el tema meteorológico, primero, y tener protocolos de protección civil para difundir la información.
En España, hace pocos meses, hubo una tragedia que pudo prevenirse, pero los responsables de la información fallaron.
En México, ha pasado lo mismo, pero, además, creo que tenemos fallas importantes en el tema meteorológico.
Como ha ocurrido con casi todo, el gobierno del sexenio pasado y el actual han reducido presupuestos sin considerar las consecuencias.
Así como nos dejaron sin medicinas, o con infraestructura en continuo deterioro, así redujeron los recursos para la sanidad animal o para la atención meteorológica.
De por sí, tenemos subinversión en este tema desde hace mucho, pero las cosas han empeorado en los últimos años.
Aunque creo que quienes están en el Meteorológico Nacional y en Conagua hacen su mejor esfuerzo, no hay magia.
La información de ambos organismos, del 9 y 10 de octubre, hablaba de lluvias torrenciales en el Pacífico, pero apenas muy fuertes en la zona ahora devastada.
Sin embargo, el pronóstico de lluvia acumulada para los días 7 a 10 de octubre indicaba alto riesgo para los ríos Cazones y Tuxpan.
Con esa información, era importante avisar a la población para que tomara precauciones. No se hizo.
En Poza Rica, la gente se enteró cuando sonó la alarma de Pemex, atrasada por falta de protocolos más eficientes.
Sheinbaum se presentó en la zona tres días después del inicio de la tragedia, y por eso recibió fuertes reclamos de la población, frente a los cuales refrendó su escasa empatía.
Los gobernadores de los estados, salvo el caso de Querétaro, han sido omisos e incluso insultantes, como Rocío Nahle, que acostumbra menospreciar los fracasos de su gobierno.
Ha habido problemas con la respuesta, desde evidencia de obstaculización de apoyo ciudadano hasta el uso de los colores de Morena en lo que entrega el gobierno, pasando por el gran fraude de instalar centros de acopio ¡del gobierno!
Como usted sabe, el fondo para desastres naturales, Fonden, fue eliminado por el gobierno anterior, para usar los recursos del fideicomiso en alguno de sus elefantes blancos.
Nahle, por si fuese poco, canceló el seguro estatal.
Ahora el gobierno tiene que reducir presupuesto de alguien para poder mover recursos.