Entre Cipolla y Torres: análisis comparado de la estupidez y la pendejez
Domingo, 26 de octubre de 2025, 09:19 PM

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En apenas unas páginas, Cipolla logró lo que muchos filósofos han intentado en vano: darle forma, estructura y categorías a ese mal endémico que atraviesa la historia, la política y la vida cotidiana: la estupidez.
Las cinco leyes de Cipolla
Cipolla formuló cinco leyes universales, y cada una tiene una vigencia alarmante en estos tiempos de redes, propaganda y falsa superioridad moral:
- Primera ley: Siempre subestimamos el número de personas estúpidas.
No importa cuánto creamos conocer a la sociedad; siempre hay más de las que imaginamos. La estupidez es ubicua, transversal y democrática: afecta a todos los grupos, sin distinción de clase, educación o ideología. - Segunda ley: La probabilidad de que una persona sea estúpida es independiente de cualquier otra característica.
No importa si tiene títulos, dinero o poder: la estupidez no discrimina. Hay idiotas con doctorado y genios sin diploma. - Tercera ley (la central): Una persona estúpida es aquella que causa daño a otros sin obtener beneficio alguno, o incluso perjudicándose a sí misma.
Este es el núcleo del pensamiento de Cipolla. El estúpido actúa sin cálculo, sin razón, sin malicia organizada; simplemente genera caos por naturaleza. - Cuarta ley: Las personas no estúpidas subestiman siempre el poder destructivo de los estúpidos.
Los racionales creen que pueden controlarlos o ignorarlos, hasta que el estúpido les arruina el día, la economía o la democracia. - Quinta ley: El estúpido es el tipo de persona más peligrosa que existe.
Porque, a diferencia del malvado —que al menos busca un beneficio—, el estúpido destruye sin saber por qué, y sin límites.
Cipolla concluye que la historia humana es, en buena medida, una lucha constante entre los inteligentes que construyen, los bandidos que se aprovechan y los estúpidos que lo arruinan todo.
El equivalente mexicano: el Maestro Hermenegildo Torres y el “pendejo”






