La campaña electoral interminable para regresar al pasado

¿Estarán conscientes todos los partidarios de Morena de los riesgos que están asumiendo al mantener esa gran pasividad ante su líder?.

Falleció la Sra. Rosario Ibarra, que represento la lucha de muchos mexicanos por terminar con un régimen de gobierno autoritario al que no debemos regresar. Las buenas intenciones y el difícil trabajo de todos los mexicanos que trabajaron por construir a Morena, se desdibujan ante la imposibilidad de convencer, al que parece a su dueño, de ya detener o al menos moderar la fórmula purgatoria que administra todos los días a la comunidad cifrada en la reiterada siembra selectiva de odios y medias verdades.

Para todos los partidos es crucial al menos mantener su cuota de poder, medida en términos de las posiciones electorales que va alcanzando. Pero para un partido que está en transición, de ser movimiento de una sola persona a partido político, es de vida o muerte mantenerse en el poder una vez que lo alcanzan, más si toda la identidad, programa e ideología (si existe) están sometidas a la agenda personal y electoral del dueño del partido, como es Morena.

Esa imperiosa necesidad de Morena es la que explica toda la praxis del aparato partido-estado.

Todo tiene una razón electoral, no solo las diatribas cotidianas de la mañanera, como la búsqueda de enemigos que justifiquen los errores, la invención de conspiraciones diversas, todas distractores de los errores, la evasión de la realidad con la lógica de la super simplificación de todo, el maniqueísmo tan útil para encadenarse a un discurso que solo tiene lugares ideológicos comunes y por tanto irrebatibles, y el acostumbrado revisionismo histórico conveniente.

Lo que sabe hacer mejor el dueño de Morena es hacer campaña de lo que sea, si es electoral mejor.

Ha escogido un solo publico de interés que a esta altura del sexenio está muy claro que son los destinatarios de sus programas sociales. Todos los segmentos adicionales, como las clases medias, universitarios, todo tipo de empresario, etc., son el blanco del odio de clases que le gusta inspirar en su publico objetivo.

Se repite todos los días la misma mecánica que mantiene al país entero en una agenda de verdadera campaña electoral todo inspirado por los temores del dueño de Morena.

Toda la inseguridad que domina el gabinete es razonable porque las cosas no están bien en los indicadores de cumplimiento de la oferta electoral de 2018, excepto las transferencias de dinero para el publico que mas le interesa a la administración, los más pobres.

Someter y vilipendiar a todo el sistema de justicia, sin detenerse siquiera en la Suprema Corte, es crucial para fines electorales de todo régimen, no solo al INE, claro que sería mucho mejor que desacreditarlo el volver al manejo discrecional desde el gabinete de todas las elecciones en el país, al fin modelo del viejo PRI.

Vamos, hasta la contrarreforma eléctrica surge de la necesidad de quitarse el déficit de fondos de la CFE porque ante un escenario económico de crisis no será posible mantener los programas de inversión y gasto social que ya se proyectan como muy fuera de las posibilidades reales de crecimiento económico del país.

Lo mas complicado del insistente y beligerante discurso presidencial como estrategia electoral, es que por fuerza lo lleva en el camino de sus más profundas contradicciones, como resulta el vano propósito de acabar con la corrupción sin cambiar un ápice a las malas prácticas, además de verse involucrado en defensas perdidas de sus cercanos.

En el mismo sentido, el querer recurrir al sistema de concentración de poder y autoridad en una sola persona, es volver al mismo esquema creado por el viejo PRI del que se abjura todos los días. Ahí reside “la renovación nacional” que esta inserta en el nombre del partido en el poder, volver al pasado, la CFE es peccata minuta.

Hablar de libertades para invertir pero sin la creación de confianza y la certidumbre jurídica necesarias, donde algunos empresarios son tolerados y hasta apreciados, en tanto otros son incinerados en la hoguera discursiva del momento, no es indicador precisamente de congruencia.

Nada tiene de moral el buscar modificar leyes que promovió el mismo partido en el poder, como la Revocación de Mandato, para que todo se acomode a los propósitos electorales no cumplidos.

Lo mismo ocurre con echar abajo la reformas en educación, energía, fiscal, salud, etc., con el propósito de volver al poder central presidencial que lo determine todo y a un partido hegemónico que supla los mecanismos de búsqueda de consensos, negociación parlamentaria y en general que se encargue de la conducción del conflicto social.

Hacer olímpico desprecio de las relaciones internacionales es parte del discurso que revive el íntimo odio a todo lo extranjero que caracterizaba el viejo régimen y que sirve también a los propósitos electoreros de Morena.

¿Estarán conscientes todos los partidarios de Morena de los riesgos que están asumiendo al mantener esa gran pasividad ante su líder? Que solo busca, a como de lugar, el llevar al país por el camino de la convulsión y el retroceso con el solo propósito de asegurarle a su líder cualquier lugar que sea en la historia.

Carlos Chavarría

Ingeniero químico e ingeniero industrial, co-autor del libro "Transporte Metropolitano de Monterrey, Análisis y Solución de un Viejo Problema", con maestría en Ingeniería Industrial y diplomado en Administración de Medios de Transporte.