


Claudia Sheinbaum es digna hija política de Andrés Manuel López Obrador.
Cuando la realidad no se adapta a su fantasiosa narrativa del país ella preside gracias a la, según esto, maravillosa herencia del valedor con quien comparte la silla presidencial, modifica la realidad.
En su más reciente alteración, proclamó que el crecimiento económico no importa, cuando sus desastrosas políticas llevaron al estancamiento del PIB en 2019, lo dijo el tabasqueño; seis años más tarde, la presidenta repite el mismo guion con el mismo desparpajo, no por nada se ganó desde hace tiempo el apodo de la calca.
La doctora en energía cree, como el licenciado, que domina una ciencia que le es ajena: la economía, López reprobó y después pasó de panzazo las materias correspondientes en la UNAM, Sheinbaum ni siquiera tuvo ese barniz que se le resbaló a su predecesor.
No importa, puesto que ella no necesita más que repetir lo que estuvo escuchando por años, y así lo hace sin poner nada de su cosecha. Su voz es un eco.






