

Apunté entonces que, más allá de ciertas formas hoscas, los dos gobiernos estaban empeñados en trabajar en distintos ámbitos y dimensiones de manera armónica, generosa, con admiración por el pasado y sentido del futuro.
Ese trabajo no se detuvo y ayer fructificó con destellos de grandiosidad.
En la inauguración de la fase estelar de la magnífica exposición La mitad del mundo, la mujer en el México indígena, en el magnífico Museo Nacional de Arqueología, en Madrid, el ministro de Exteriores, Manuel Albares, dijo con sencillez: “La historia compartida entre México y España, como toda historia humana, tiene claroscuros. Ha habido dolor e injusticia hacia los pueblos originarios. Hubo injusticia, justo es reconocerlo y lamentarlo. Esa es parte de nuestra historia compartida, no podemos negarla ni olvidarla”.






