Encuestalandia

Breve historia de un monstruo de dos cabezas.

La cultura de la encuesta en México inició con la transición democrática, durante el segundo trienio de la presidencia de Miguel de la Madrid, en medio de un escenario periodístico hambriento de predicciones estadísticas, de un reducido número de encuestadores calificados y otros tantos charlatanes.

Cuando la encuesta se convirtió en protagonista de los medios impresos y electrónicos hace poco menos de 40 años, inmediatamente se le reconoció su valía como herramienta metodológica e instrumento de poder periodístico y político.

4MOMENTOS4 HISTÓRICOS

Veo cuatro momentos históricos en la evolución de los estudios de la opinión pública en México.

1.-

En primerísimo lugar, la víspera de las elecciones presidenciales de 1988 provocó que los medios difundieran encuestas como una nueva faceta del periodismo moderno. Así surgió la primera guerra de encuestas.

Entre el temor de las autoridades gubernamentales ante la nueva herramienta metodológica y el júbilo de los medios para ver quién anunciaba con precisión el resultado de la contienda electoral.

2.-

El segundo momento apareció en las elecciones de 1994, cuando las autoridades electorales, anticipándose a la segunda guerra de las encuestas, “reglamentaron” la realización y difusión de encuestas preelectorales -incluyendo encuestas de salida y conteos rápidos. Hubo aciertos, pero también hubo atropellos. El miedo no anda en burro.

3.-

El tercer momento floreció en las elecciones presidenciales del 2000. Despertaron, más que nunca, la atención de los mexicanos y de todo el mundo, pues fue la primera vez que el PRI podría perder la presidencia. Y la perdió, como muchos encuestadores lo vaticinamos.

Esa fue la tercera guerra de encuestas donde algunas casas encuestadoras y medios de comunicación perdieron credibilidad, confianza y, algunas, hasta los calzones.

4.-

Pese a la inseguridad pública que imposibilita el trabajo de campo domiciliario, a los dimes y diretes metodológicos y al descrédito de los sondeos de opinión durante los siguientes tres sexenios, la cuarta guerra de encuestas afloró durante el primer semestre del 2018, previo al triunfo de AMLO. México estaba de rodillas ante el crimen organizado, hastiado y turbado frente a la inseguridad pública.

A casi cuatro décadas del boom de las encuestas en México, éstas siguen jugando un papel protagónico porque informan, analizan y predicen, pese a su desprestigio.

La encuesta sigue siendo valorada, pero también temida. Es un mal necesario, un monstruo de dos cabezas. La encuesta no puede morir, pese a la profanación metodológica de muchos y falta de ética de otros tantos.

El INEGI nos cuenta, pero no nos define. Necesitamos saber no sólo cuántos somos sino quiénes somos, cómo somos, qué intereses tenemos, qué tan satisfechos estamos, hacia dónde vamos…

La metodología

En todos estos años he visto que las discusiones metodológicas han girado básicamente en torno a dos temas centrales: la representatividad de la muestra y la interpretación de “los indecisos” en encuestas sobre intención de voto.

El primer asunto ya no se discute tanto, el segundo, continúa polemizado.

Hace algunas décadas las encuestas telefónicas sobre intención de voto no eran confiables ni representativas. Todo el trabajo de campo era domiciliario, cara-a-cara. En cambio, hoy en día, los encuestadores corren peligro si salen a las calles.

Por ejemplo, en Tamaulipas es muy difícil realizar una encuesta domiciliaria. Y si el muestreo arroja viviendas de la zona rural, sería como caminar al paredón de fusilamiento.

Otro ejemplo, en San Pedro Garza García, NL, es dificilísimo entrevistar a personas del nivel socioeconómico alto en sus domicilios. La pluma de acceso a las colonias privadas no permite la entrada de encuestadores.

Y donde no hay pluma, hay un perro con dientes afilados. Lo mismo sucede en Interlomas u otras colonias de nivel socioeconómico alto de Huixquilucan, Estado de México. Gajes el oficio.

De ahí la alternativa del teléfono residencial, el celular y las redes sociales. Más seguridad para los trabajadores de campo, aunque menos precisión en los resultados.

Tiene sus bemoles la encuesta telefónica. Confío en que continúe la búsqueda del nivel de confianza más alto y el menor margen de error estadístico.

La metodología es un tema interminable que se analiza en foros nacionales e internacionales. Es un problema técnico que tiene una solución técnica, punto.

Ética

Mi preocupación mayor es de orden ético, no técnico. En México, debemos observar primeramente la ética y prestigio de la casa encuestadora, así como los intereses o línea editorial del medio de comunicación que la difunde.

ÉTICA, con mayúsculas. Ética de los encuestadores, ética de los periodistas y ética de los patrocinadores. He visto numerosas encuestas turbias donde se evidencian intereses de los patrocinadores, de los periodistas y de los encuestadores. Y las sigo viendo.

¿Qué debemos observar en una encuesta?

Al ver los resultados de una encuesta debemos indagar qué empresa la realizó, quién es el patrocinador de ésta -si es que existe un patrocinador-, qué tipo de muestreo se utilizó, cuál es la cobertura, cuántos casos fueron aplicados, cuántos rechazos personales o telefónicos, su nivel de confianza y su margen de error.

Si falta alguno de estos datos, debemos pensar en la probabilidad de que haya mano negra detrás de las cifras. O ignorancia que, para el caso, es la misma gata revolcada.

¡Arrancan las campañas!

Hoy arrancan oficialmente las campañas electorales en NL. Las casas encuestadoras y los medios de comunicación tradicionales y digitales ya empezaron a difundir sus encuestas para generar información y mantener enterada a la ciudadanía de la atmósfera preelectoral.

Lamentablemente, como siempre sucede previo a los comicios, algunos medios darán a conocer encuestas maquilladas para llevarlas hasta el escándalo e influir directa e intencionalmente en el electorado.

Mucho ojo:

Los candidatos, los líderes de los partidos y algunos medios de comunicación tradicionales y digitales precisan de las encuestas para mediar entre los partidos políticos y los ciudadanos. Unos informando con la verdad, otros manipulando con argucias. Todos influyen.

Ay encuesta mía, eres monstruosamente amada y odiada.
Andrés Meza. Primer periodista en publicar encuestas sobre preferencias electorales en medios de comunicación. Fundador del departamento de encuestas del periódico El Norte, en 1985. Miembro vitalicio de WAPOR, Asociación Mundial para la Investigación de la Opinión Pública, desde 1991. Creador de la Dirección de Investigación de TV Azteca-México en 1994. Accionista-fundador de la revista Este País. Ha generado encuestas para Televisa Monterrey, CNN en Español, entre otros medios impresos y electrónicos desde 1985. Es director de Código MEZA donde brinda servicios de investigación de opinión pública, consultoría en mercadotecnia política y manejo de contenidos.
Andrés Meza

Primer periodista en publicar encuestas sobre preferencias electorales en medios de comunicación. Fundador del departamento de encuestas del periódico El Norte, en 1985. Miembro vitalicio de WAPOR, Asociación Mundial para la Investigación de la Opinión Pública, desde 1991. Creador de la Dirección de Investigación de TV Azteca-México en 1994. Accionista-fundador de la revista Este País. Ha generado encuestas para Televisa Monterrey, CNN en Español, entre otros medios impresos y electrónicos desde 1985. Es director de Código MEZA donde brinda servicios de investigación de opinión pública, consultoría en mercadotecnia política y manejo de contenidos.