Siete Puntos

¿Sexualidad igual a genitalidad?

1.

Una mujer, muy religiosa, está contenta por dos motivos. Su mejor amiga, casada desde hace mucho tiempo con un divorciado y mayor que ella por unos 20 años, tras décadas de no poder comulgar, ha recibido la autorización de su párroco para hacerlo. ¿La razón? Desde hace tiempo ya no tiene relaciones sexuales con su esposo, a causa de su avanzada edad. Comparten techo y lecho, son ejemplo de generosidad y preocupación por los demás, van a misa con frecuencia, pero no podían comulgar por no estar casados por la Iglesia.

2.

También está feliz por la apertura de miras que mostró el confesor, al autorizar el acceso a la comunión de la pareja, una vez que había concluido el intercambio genital en ella. No nos detengamos en la falta de oficio que mostró el presbítero, pues su tarea no consiste en dar permisos o negarlos, sino en ayudar a la formación de la conciencia en sus feligreses, para que sean ellos, no él, quienes tomen la decisión final. Centrémonos, más bien, en la implícita relación que se establece con estos posicionamientos entre lo sexual y lo genital.

3.

Esta amalgama parece asomarse también en la reciente Responsum ad dubium (respuesta a la duda), de la Congregación para la Doctrina de la Fe, sobre las bendiciones a las uniones del mismo sexo. Conviene contextualizar el hecho. Por una parte, en octubre pasado se volvió mediática una entrevista en la que el Papa Francisco, cuando era arzobispo de Buenos Aires, parecía aprobar las uniones civiles de las personas del mismo sexo. En segundo lugar, el sínodo que está viviendo la iglesia católica en Alemania…

4.

… ha incorporado entre sus temas a tratar la posibilidad de bendecir a las parejas homosexuales que lo soliciten. Atención. No estamos hablando del posible sacramento del matrimonio entre homosexuales, sino de una bendición, tal y como se otorga a personas, animales y hasta objetos, no siempre litúrgicos -automóviles, casas, y hasta armas por parte de capellanes castrenses-. El documento referido dice que no. Sin embargo, acota: “La respuesta al dubium propuesto no excluye que se impartan bendiciones a las personas individuales…

5.

… con inclinaciones homosexuales, que manifiesten la voluntad de vivir en fidelidad a los designios revelados por Dios… pero declara ilícita toda forma de bendición que tienda a reconocer esas uniones”. O sea se puede dar la bendición a un homosexual que garantice no tener intimidad genital con su pareja. No importa si viven juntos, si comparten sus vidas y proyectos, si mantienen una profunda interacción espiritual, es decir, si se comunican sexuadamente. La identificación entre sexualidad y genitalidad es palmaria,

6.

Pero dejemos a Platón resucitado. Imaginemos que el texto más bien dijera: “Lamentando no poder, todavía, abrir las puertas sacramentales a las parejas homosexuales, que deciden acogerse a la gracia divina, las invitamos a que se acerquen para recibir una bendición, en el entendido de que se comprometerán a una vida en común colmada de responsabilidad, fidelidad y militancia eclesial. Apreciamos y valoramos sus esfuerzos para mantenerse dentro de la comunión y las invitamos a robustecer su compromiso”. ¿Utópicamente posible?

7. Cierre ciclónico.

Ya sea por la pandemia, ya por los ciclones en el triángulo del Norte centroamericano -Guatemala, Honduras y El Salvador-, ya por la llegada de Biden, el hecho es que se vuelve a incrementar el flujo de migrantes hacia los EUA, pasando por nuestro país. Asombra que, ayer, se contaban ya 4,000 niños de esos países que se encuentran bajo la custodia de las autoridades norteamericanas. Llegaron solos. Imaginemos el calvario recorrido, y las razones de sus padres para dejarlos a su suerte.

Padre Paco

El sacerdote José Francisco Gómez Hinojosa (Monterrey, México, 1952) es el actual Vicario General de la Arquidiócesis de Monterrey. Es diplomado en Teología y Ciencias Sociales por el Departamento Ecuménico de Investigaciones de San José, Costa Rica, y doctor en Filosofía por la Pontificia Universidad Gregoriana de Roma. Ha sido profesor en el Seminario de Monterrey, en la UDEM, el ITESM, la Universidad Pontificia de México, el Teologado Franciscano, el EGAP (Monterrey) y la Universidad Iberoamericana (Centro de Extensión Monterrey).