“Si yo lo hubiera escuchado hace seis meses, hubiera evitado que mi papá se suicidara”.

Al final de una conferencia en la que relató cómo logró salir de las profundidades de un negro fracaso, una muchacha “bajita y flaquita” se acercó hasta él para decirle eso...

El autor cuenta que el papá de aquella "chaparrita" había caído en un problema similar, pero que no había tenido el valor, la fuerza ni la imaginación para superarlo.
 
 A partir de este hecho, terriblemente existencial, Gustavo de la Garza, un revolucionario de las telecomunicaciones, nos entrega a los mexicanos los cinco principios que deben regir la vida no solo de un empresario sino de cualquier ser humano.
 
 Y digo que esa entrega nos la hace a los mexicanos en un momento crucial. Cuando el país, inmerso en una de las etapas más convulsas de su historia, tiene que decidir entre defender sus libertades, su democracia, sus instituciones, su progreso o dejarse arrastrar por las aguas turbulentas de la perversidad.
 
Más que una biografía, este libro es una lección de vida. Hay en él una reivindicación de la imagen y el concepto del empresario. Echa por tierra la idea errónea de que el empresario es por definición un potentado.  


 

El empresario no solo es un hombre de negocios. Es un filósofo, un poeta, un líder que sabe lo que quiere y contagia a todos con su impulso; es un creador, un innovador; es un hombre que trabaja intensamente para lograr lo que quiere.

Luego nos describe el “túnel negro” por donde lo hizo entrar el destino: “Cuando los vaivenes y los sube y bajas de la vida te cambian los colores y los matices de un amanecer…cuando todo se derrumba en el interior y tienes que sobrevivir a es cataclismo interno… cuando tu entorno te abandona y tus amigos sienten lástima por ti…cuando para los banqueros eres un apestado y un blanco para los profesionales del embargo…cuando los servicios de teléfonos, agua y luz te han sido cortados, es cuando Dios te prueba a su manera”.
 
 Una idea, la fuerza de una idea, la misma que tuvo Newton cuando descubrió la fuerza de gravedad, la que llevó a Einstein a construir la fórmula de la relatividad, la que transformó con el pincel de Da Vinci la pintura, es la que hizo a Gustavo de la Garza no solo salir de la tinieblas sino iluminar el mundo de las telecomunicaciones y cambiar la dinámica de las relaciones sociales y de trabajo con un radio Beep.
 

UN HOMBRE CON UNA IDEA NUEVA.


  Escribió Mark Twain-, "es un loco hasta que la idea triunfa” Y Gustavo era un loco ante los ojos del dueño de Motorola hasta que le demostró que una combinación  infinita de tonos y códigos podían hacer estallar el mundo de la comunicación. 
 
  Hay algo que tengo qué decir. Si alguien está esperando encontrar en estas páginas un recetario o decálogo de cómo hacer negocios va a quedar profundamente decepcionado.

Aquí hay algo mucho más importante y efectivo que las claves  para hacer dinero. Este es un legado de sabiduría que llevó a un mexicano a rebasar fronteras.

A combatir y derrotar monopolios. A convertirse en uno de los mayores dueños de redes de fibra óptica en el mundo, en un fuerte competidor en larga distancia, en un vanguardista en la reforma legislativa de las telecomunicaciones. 
 
  Pero hay mucho más de vanguardismo en él. Confieso que lo leí hace apenas unos días y quedé sorprendida. Gracias a la red de fibra óptica de Gustavo de la Garza, el mundo pudo conocer en vivo y en directo uno de los dramas humanos, aunque también uno de los odiseas más grandes de principios del siglo XX.
 
 Muchos recordamos el día en que las pantallas de televisión transmitieron el rescate de 33 mineros que  el 5 de agosto de 2010 quedaron atrapados cuando se colapsó la mina de San José, en Chile.

Una transmisión que logró un récord mundial en audiencia con una calidad en la transmisión impensable en esos tiempos. 


ARRIESGAR Y PENSAR EN GRANDE. 


Este gigante de la comunicación no pide a todos arriesgar y pensar en grande. “Cuando se está abajo"- dice- "se tiene miedo, se arriesga menos y se tiende a tomar decisiones timoratas. Es, inaceptable" -dice- "amilanarse". Y aquí viene una de sus más importantes lecciones: “No te rindas”. No admitas en tu vocabulario las palabras fracaso, No, no se puede, rendición, depresión. 
 
 Y para resolver los problemas, el autor tiene una muy buena receta culinaria: “Aunque no lo parezcan,-señala-, los problemas son como las lechugas. Parecen verduras complicadas, pero al deshojarlas, se quita tranquilamente una hoja y luego la otra y la otra y otra más, así uno llega al corazón de la lechuga. ¿Y qué hay? Ya no hay nada.”
 
 Hay partes del libro que recuerdan mucho las enseñanzas del budismo. Una de ellas cuenta qun día cuando Buda sentado bajo un árbol fue atacado por las fuerzas del mal.

Esas fuerzas le dispararon flechas y cuando esas flechas tocaron su cuerpo se convirtieron en flores. Los problemas, lo que nos ocurre, lo que experimentamos –dice el budismo- dependen en buena medida de nuestra percepción.
 
 Y eso es exactamente lo que nos enseña Gustavo en la página 40 de esta obra: “Los problemas –dice- sirven tanto como un gimnasio, son las pesas que te ayudan a estar fuerte, a estar musculoso, a tener buena salud y a estar en posibilidades de ganar una competencia…”
 

EL EMPRESARIO DEBE ANTICIPARSE Y PREVER LAS CONSECUENCIAS DE SUS DECISIONES.


  Pero hay otra sorpresa en el libro. Al menos lo fue para mí. Cuando se refiere a la importancia que tiene para un empresario tener visión y la capacidad de anticiparse, de prever las consecuencias que pueden tener las decisiones que se toman.
 
  Para explicarlo, nos remite al legendario rey del futbol, a Pelé. Ese futbolista fuera de serie, único en el mundo,  que tenía el genio de estar siempre en el lugar exacto, en el sitio donde iba a caer el balón, porque podía anticipar los movimientos de los jugadores en el campo.
 
  Para este hombre que ha roto paradigmas en el mundo de la empresa, la visión, esa capacidad de ver más allá de lo que marca el horizonte, ha sido determinante para hacer historia.
 
  Lo que nos dice Gustavo lo podemos aplicar a todos aquellos hombres y mujeres que han inaugurado nuevas rutas en la historia del conocimiento.

Ahí está un Julio Verne hablándonos de viajes al fondo del mar cuando esto era impensable. Ahí está Aldous Huxley previendo sociedades hedonistas. Pero ahí está también Alejandro el Grande, Aníbal, Julio César o Napoleón en su campamento imaginando cómo ganar batallas.
 
  Y a propósito de batallas, las más complejas y difíciles que ha tenido que librar el autor es contra las leyes de sus propio país.

Y lo ha hecho a la manera de un caballero cervantino utilizando como lanza y escudo los cinco principios que todos empresario debe llevar con él: 

Programa. Examen. Constancia. Esfuerzo. Auto energía. 

Pero yo añadiría que también utilizó otras armas para combatir los monopolios. En medio de la vorágine provocada por los molinos de viento, utilizó la verdad y la justicia para combatir a los monopolios.

EL MONOPOLIO ES INMORAL.

Me quedo con una sentencia que engrandece su lucha: “El monopolio es inmoral”. Y lo es porque el triunfo de uno solo se construye sobre la debilidad de los demás.  
 
 "Persistencia Versus Terquedad" es la síntesis de un legado moral, existencial, onírico. El libro termina con una lista de sentencias. Yo me quedo con una, que no es del autor sino mía: Gustavo de la Garza representa al México que necesitamos salvar. 


Beatriz Pagés Rebollar es directora general de la Revista “Siempre”, una de las más influyentes de México, fundada en 1953 por su padre, don José Pagés Llergo. Ha formado parte de los equipos de Televisa, Canal 11, Multivisión, CNI, Canal 40 y es comentarista política de numerosos medios. En 2019 renunció al PRI, donde militó gran parte de su vida.
 

Beatriz Pagés Rebollar

Directora general de la Revista “Siempre”, una de las más influyentes de México, fundada en 1953 por su padre, Don José Pagés Llergo. Ha formado parte de los equipos de Televisa, Canal 11, Multivisión, CNI, Canal 40 y es comentarista política de numerosos medios. En 2019 renunció al PRI, donde militó gran parte de su vida.