'¡Yankees go home!'

En la frontera norte de México el crimen organizado delinque sin cortapisas de la autoridad y que los mexicanos somos impotentes ante la violencia.
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A plena luz del día, ante la mirada de impertérritos automovilistas, los delincuentes suben tranquilamente a la camioneta los cuerpos (heridos o sin vida) de cuatro estadunidenses afroamericanos, como si fueran costales de papas.

El video de la perturbadora escena en la transitada calle de Matamoros, captada por un vecino desde su ventana, se difundió masivamente en las cadenas de televisión como Fox News y CNN, se publicó online en diarios como The New York Times y The Washington Post, y fue ampliamente compartido en las redes sociales como Twitter.

El masivo impacto mundial de la brutal imagen mostró que en la frontera norte de México el crimen organizado delinque sin cortapisas de la autoridad y que los mexicanos somos impotentes ante la violencia, lo que ya tuvo consecuencias en las relaciones con Estados Unidos.

Con el Tío Sam hemos topado.

Las reacciones en el Capitolio no se hicieron esperar.

Republicanos radicales y demócratas nacionalistas, compitiendo en busca de votos para el 2024, ya se unieron para tratar de impulsar o aplicar leyes destinadas a castigar al crimen organizado con el uso de la fuerza militar en territorio mexicano por considerar que son terroristas, pues, dicen, el gobierno mexicano no hace nada. 

En Matamoros, los testigos callaron y siguieron su camino, lejos de la escena del crimen, como si nada hubiera pasado. Ya nos acostumbramos a vivir en el miedo y a tener miedo.

El secuestro ocurrió el viernes y solo hasta el lunes se supo del atentado. Tuvieron que pasar tres días para que las autoridades federales, estatales y municipales se movilizaran debido a las presiones de Estados Unidos.

Hace una semana, aquí en Sin Ataduras, un día antes del secuestro, escribimos:

El gobierno de México podría influir en la próxima contienda electoral de los Estados Unidos por los temas de migración, fentanilo y seguridad fronteriza que no se pueden administrar sin la cooperación mexicana.

La influencia mexicana en los comicios de Estados Unidos quedó evidenciada en Matamoros, pero por las malas razones, ante la incapacidad del Estado mexicano de garantizar la seguridad de nacionales y extranjeros.

El problema de fondo es que ningún gobierno ha podido resolver la violencia ni con balazos ni con abrazos.

Para solucionar la violencia, convendría aplicar el popular y sabio refrán: “quien la hace, la paga”, o dicho en otras palabras, no muy gratas para algunos… La ley es la ley.

Para resolver el complejo problema de la inseguridad, el actual gobierno debe asumir su propia responsabilidad y dejar de culpar a los anteriores sexenios de los crímenes de hoy, gastado factor de distracción ciudadana y de evasión de la realidad.

Desde que Trump presionó para frenar a los migrantes, han sido desplegados 30 mil soldados en las fronteras norte y sur, pero por lo ocurrido en Matamoros, la seguridad fronteriza no ha mejorado.

La soberanía se defiende dentro del territorio nacional al imponer el legítimo uso de la fuerza, observando siempre el Estado de derecho, contra cualquier grupo criminal.

Nuestra soberanía se podrá preservar de intromisiones extranjeras, sobre todo cuando la amenaza proviene del poderoso vecino del norte, proclive al uso de la fuerza y omiso del derecho internacional, si respetamos invariablemente el derecho interno.

Entonces, podremos gritar con autoridad moral:

¡Yankees go home! 

Artículo publicado en Milenio con autorización de su autor.

Agustín Gutiérrez Canet

Periodista y Embajador de México en retiro. Licenciado en comunicación por la Universidad Iberoamericana. Diplomático de carrera, representó a México como embajador en Rumania (2013-2016), en Finlandia, concurrente en Estonia (2008-2013) y en Irlanda (1995-1996). Fue cónsul general en Hong Kong y en Macao (1991-1995), ministro y jefe de cancillería en España (1989-1991), consejero en Italia (1985-1986) y representante alterno ante la FAO en Roma (1986-1987). En la Secretaría de Relaciones Exteriores fue director general de Comunicación Social (1982- 1985) y subdirector general de Prensa Extranjera (1980-1982). De 2003 a 2005 fue coordinador de Información Internacional en la Presidencia de la República y director del Departamento de Estudios Internacionales de la Universidad Iberoamericana (1998-2002).