El caso de Sealand y la inclusión


Quise subirme al tren de este verano en Monterrey y llevar a Sebastián a Sealand, el acuario que recién abrió.
Contacté a Sealand por what’s app y les pregunté si contaban con alguna opción para que Sebastián y yo visitáramos el acuario.
Me dijeron que no
Les expliqué que por mi discapacidad visual, lo que yo requería era un guía que nos acompañara durante el recorrido.
Me reiteraron la negativa, explicando que los guías están ahí, pero que no son exclusivos para una persona.
Fue frustrante. Como persona con discapacidad, a lo que aspiro es a la autonomía
Mi deseo era llevar a Sebastián, como cualquier otro papá, al acuario, sin ayuda de algún amigo o familiar.
Otro factor que me frustró fue el tipo de respuesta. Un “no” contundente, seguido de una respuesta de manual: “nuestros guías apoyan a todos nuestros visitantes pero no pueden atender a una persona en particular”.













