Por cierto...

El poder divide a aliados

En más de 200 años como nación independiente, la constante ha sido que, al no existir un rival en común, los iguales se dividen, se confrontan como si nunca hubieran sido aliados.

La historia de México está repleta de casos donde los amigos o aliados se dividen cuando dejan de tener un adversario en común, la conclusión es que los ideales son solo elementos discursivos que justifican la búsqueda del poder por el poder.

En más de 200 años como nación independiente, la constante ha sido que, al no existir un rival en común, los iguales se dividen, se confrontan como si nunca hubieran sido aliados.

El siglo XIX se enmarcó en la lucha de conservadores vs. liberales, donde los segundos son buenos y los primeros malos, así aprendimos en la escuela, eso nos enseñaron los programas educativos del siglo XX y los actuales, sus contenidos son resultado del uso político de la historia para la formación cívica de los mexicanos.

Eso no es del todo peligroso, lo deplorable es que en esa manipulación, se emplee la historia para justificar a gobernantes.

Lo hemos escrito en repetidas ocasiones, al romperse la dependencia política con España, los mexicanos se unieron en grupos afines entre ellos, por un lado, monarquistas (absolutistas o constitucionalistas), por el otro, demócratas denominados republicanos (centralistas o federalistas).

Siempre que un grupo triunfa sobre el rival antagónico, en ese momento se da la división que confronta a los iguales.

Revisemos la historia. Insurgentes y realistas se unen para consolidar la independencia, reconocen el Plan de Iguala y luego el tratado de Córdova.

Al triunfar se confrontan los insurgentes y republicanos que hasta el 27 de septiembre de 1821 estuvieron unidos, al siguiente día, la noche del 28 de septiembre, algunos denominados de pensamiento liberal, ex miembros de los Guadalupes y otros también cercanos al pensamiento insurgente, se rebelan al primer intento de Iturbide por imponerse como monarca absolutista.

Siguieron las divisiones hasta la salida del emperador y el triunfo de los liberales.

Con ello se consolida el constituyente formador de la república y su documento rector: La Constitución de 1824.

Como se conoce, los debates entre Fray Servando Teresa de Mier y su pariente (así se expresaban uno de otro) Miguel Ramos Arizpe, fueron de grandes dimensiones.

Ambos republicanos, demócratas y federalistas veían el federalismo de diferentes maneras, Teresa de Mier concebía un federalismo acotado por el poder gubernamental federal y en contraparte, Ramos Arizpe lo concebía con un federalismo más autónomo en las entidades, cercano al norteamericano.

Siguieron décadas de confrontación entre monarquistas, centralistas y federalistas, y así México hasta llegar a la segunda mitad del siglo XIX cuando vuelve la confrontación expuesta entre conservadores y liberales.

Se unen las diferentes concepciones de monarquía y se confrontan con las diferentes formas de republicanismo democrático.

Se consolida el segundo imperio, el cual termina con la muerte del emperador Maximiliano y el triunfo de los liberales.

De nuevo sin enemigo, los liberales se fraccionan, por un lado, los cercanos al 'juarismo', los ideólogos, los pensadores, por el otro, algunos militares de gran relevancia, entre ellos Porfirio Díaz.

Díaz gobernará hasta que surgen desde su interior los disidentes. Liberales demócratas contra centralistas y cercanos al dictador.

Triunfa la revolución y volverán las confrontaciones.

Para 1920, se fracturan los revolucionarios en liberales e igualitaristas. En 1939 los antagónicos se organizan en un partido político y se repite la historia. Los divididos más los otros.

La gran pregunta, ¿en 2024 tendremos los antagónicos, más una fractura en los poderosos?
Óscar Tamez

Expresidente de la Sociedad Nuevoleonesa de Historia, Geografía y Estadística. Ganador del “Premio Estatal de Periodismo 2008” al mejor editorialista del año; de la “Medalla Israel Cavazos Garza” a la investigación histórica. Desde hace 23 años es periodista, locutor, catedrático de varias universidades,  consultor político e investigador histórico. Miembro del Consejo Consultivo Externo de la Facultad de Comunicación de la UANL.