¡Fraude, fue fraude!

El mayor fraude que se ha cometido en México es el hecho por AMLO que miente, miente y miente, aunque la verdad se asome y lo golpee todos los días a la cara.

En 1988, en medio de la incertidumbre nacional, las y los mexicanos recibimos la noticia de que se había “caído el sistema”, que no podíamos tener más información sobre los resultados electorales para la presidencia de la República, porque el motivo en realidad era que para sorpresa del gobierno, el candidato opositor, Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano, superaba en los primeros resultados al abanderado oficial, Carlos Salinas de Gortari, para ocupar la silla presidencial.

 

En el PAN, la postulación de Manuel de Jesús Clouthier del Rincón, "Maquío", nos dejaba una de las mejores y más grandes lecciones de un demócrata:

Someterse al escrutinio interno -sin omitir problemas y diferencias que incluso generaron la salida de un destacado grupo de militantes- y despertar la conciencia ciudadana de la participación.

Esas imágenes, a lo largo de los años, se han quedado en la memoria de miles que recuerdan con nostalgia, pero también con orgullo, los tiempos en donde luchar por ideales no solo era un acto valiente, sino congruente. Maquío, Cárdenas y Rosario Ibarra no temían al diálogo; marcharon juntos para honrar las décadas de lucha de miles de hombres y mujeres que se enfrentaron a la imposición del aparato del Estado mexicano en manos de un solo hombre.

Después de ese fraude, operado por el entonces secretario de Gobernación de Miguel de la Madrid -ahora titular de la Comisión Federal de Electricidad-, Manuel Bartlett Díaz, fue premiado primero como secretario de Educación del propio Salinas de Gortari y luego como gobernador de Puebla.

Le hizo el trabajo sucio a la "mafia del poder", por cierto así bautizada por el presidente Andrés Manuel López Obrador.

Esos hechos fracturaron el sistema electoral vigente que entonces controlaba el gobierno y dieron pie a que, en 1996, con la fuerza de los ciudadanos y de los partidos de oposición, se consolidara un organismo autónomo llamado Instituto Federal Electoral.

El otrora IFE tiene dos pilares fundamentales que deben defenderse con toda la fuerza de los electores:

  1. Un padrón electoral, que no está en manos del gobierno para su manipulación
  2. Un servicio de carrera, que ha permitido la profesionalización de técnicos especialistas en materia electoral que aplican las reglas para garantizar elecciones confiables

No fue fácil.

Mucho tiempo invertido, vidas sacrificadas de héroes y heroínas anónimos, son el cimiento de las actuales generaciones, que en algunas ocasiones ni siquiera conocen, o menos recuerdan, cómo este país fue conquistando espacios de libertad que podemos ahora disfrutar. Las generaciones del siglo XXI disfrutamos ya la cosecha de los frutos dulces de las batallas amargas de otros.

Me queda claro que la democracia debe conquistarse todos los días; es una lucha inacabada, cuya calidad debe aumentar con el paso del tiempo, jamás disminuir.

No podemos darnos el lujo de permitir retrocesos.

Por estos antecedentes, me resulta increíble que quien habita en Palacio Nacional esté empeñado en dinamitar una institución sólida, reconocida -incluso internacionalmente- y valorada por las y los mexicanos, como lo es el ahora Instituto Nacional Electoral.

La fijación que López Obrador tiene sobre la elección del 2006, en la que asegura hubo fraude -solo porque perdió con una diferencia de más de 250 mil votos-, es enfermiza y lamentablemente ha contagiado a sus seguidores que repiten sin aportar ninguna prueba, la narrativa de un hombre atormentado por sus propios demonios.

El triunfador del 2006, Felipe Calderón Hinojosa, se ha convertido en el centro de sus ataques, porque pretende justificar sus incapacidades como gobernante, pero también sus errores como candidato. Descarga en quien fuera su adversario, sus frustraciones y se victimiza, porque los resultados de su gobierno han sido nulos.

Como sucede a los autoritarios que aspiran a ser dictadores, ha elegido al PAN como su enemigo público.

No supera la derrota y por eso ofende, lastima, critica, descalifica a todo aquel que no coincida con su pensamiento y de inmediato lo convierte en un militante panista -aunque no lo sea-. Y si hace llamados permanentes a los priístas es porque, aunque no lo quiera reconocer, nunca podrá negar su pasado, y menos ante las generaciones que le recuerdan qué pasó con México todos los años que fingió ser un luchador social.

Lo cierto es que sí hay un fraude y ese fraude se llama Andrés Manuel López Obrador y su cuarta transformación, que mintieron para hacerse de la presidencia de la República:

  • Fraude es decir que tendríamos un "sistema de salud como en Dinamarca", mientras las personas mueren todos los días por la decadencia en el sector salud y la eliminación del Seguro Popular.
  • Fraude es prometer que "se respetara a las madres trabajadoras" y les quitó la posibilidad de que hubiera una estancia infantil a dónde llevar a sus hijos.
  • Fraude es decir que "por el bien de todos, primero los pobres", cuando los  manipula llamándolos "mascotas", los usa electoralmente y abusa de su vulnerabilidad. Son una carnada electoral que aumenta todos los días. Las cifras no mienten.
  • Fraude fue pedir el apoyo de los científicos, académicos, artistas, intelectuales, deportistas, y eliminar los recursos para su desarrollo e intentar desacreditar sus trayectorias profesionales.
  • Fraude es decir que "se acabaría la corrupción" y convertirse en el gobierno más corrupto de la historia de México, con licitaciones a modo, tráfico de influencias, falta de transparencia y rendición de cuentas.
  • Fraude es decir que él sí es "honesto", cuando la evidencia demuestra que ha extorsionado y recibido dinero público, incluso de origen dudoso, en sobres amarillos y ligas entregados a sus cercanos, amigos y familiares.
  • Fraude es decir que "trabaja mucho" y descubrir por el hackeo de los servidores de la SEDENA, que su único trabajo es preparar las conferencias matutinas y hacer turismo electoral los fines de semana.
  • Fraude es decir que "vivió con 200 pesos, sin tarjeta de crédito y sin dinero", mientras vive en un palacio rodeado de lujos y un séquito que lo atiende, lo que nada tiene que ver con la austeridad republicana.
En resumen, el mayor fraude que se ha cometido en México es el hecho por Andrés Manuel López Obrador que miente, miente y miente, aunque la verdad se asome y lo golpee todos los días a la cara.

Por eso, por la política pública y por la democracia, la marcha de miles y miles de ciudadanos que se pretende minimizar por el titular del ejecutivo federal fue el primer paso para decirle que la democracia no se negocia, que el gobierno no puede arrebatarle a las y los mexicanos un logro que costó muchísimos años conseguir. 

El llamado ahora es a no confiarse, a no pretender que en automático todos aquellos que salieron a las calles y miles más que desde sus casas y trincheras comparten esta batalla en automático apoyarán a los partidos de oposición.

Este despertar de ciudadanos, estoy segura, exigirá lo mismo a las dirigencias partidistas: democracia y propuesta, que cambie la terrible realidad que resultó este gobierno.

Ni improvisaciones, ni discursos vacíos serán la solución para ganar el 2024. Estamos obligados a escuchar a México.

Adriana Dávila Fernández

Licenciada en Ciencias de la Comunicación por la Universidad del Altiplano del estado de Tlaxcala. Su trayectoria profesional y política la ha desarrollado en los Poderes Legislativo y Ejecutivo Federales, así como en organizaciones de la Sociedad Civil.