Hay un solo lugar -no existe otro- en donde el éxito llega antes que el trabajo. Ese lugar es el diccionario.
La Revista “Siempre” que dirige Beatriz Pagés Rebollar, es una institución nacional; fue el primer órgano periodístico que admitió y propició la pluralidad de ideas.
En sus páginas han estado todas las corrientes políticas, las ideologías todas. Hacer una lista de las grandes plumas que siempre han estado en “Siempre”, sería tarea larga.
LAS TRAVESURAS DE PANCHO LIGUORI.
Pero hoy viene a mi memoria la evocación de uno de esos grandes escritores, grande por su talento y también grande por su travesura; hablo de Francisco Liguori, Pancho Liguori, veracruzano tenía que ser, por su ingenio y por su gracia.
A mi juicio, el mejor epigramista que en México ha cultivado ese dificilísimo género: El epigrama. Su capacidad de decir algo fino y al mismo tiempo ingenioso en unas cuantas líneas, era verdaderamente prodigiosa y mostró esa habilidad este buen joven estudiante de Derecho de la Universidad Nacional, que tuvo como maestro insigne y renombrado a don Mario de la Cueva, gran laboralista, a quien se conocía afectuosamente con el mote de “El Chato de la Cueva”, por su nariz breve y roma.
E hizo Pancho Liguori un epigrama acerca de su maestro don Mario, “El Chato de la Cueva”, y su epigrama dice así:
Ser chato de la nariz,
es cosa que nada prueba,
lo que sí es grave de sí,
es el Chato de la Cueva.
Pero otra travesura literaria de Liguori suele llegar a mi memoria cada vez que asisto a la presentación de un libro.
Porque él hizo un sonetillo octosílabo a propósito del conocido apotegma que a los chinos se atribuye, según el cual la vida de un hombre no está completa si no ha cumplido tres tareas: Plantar un árbol, tener un hijo y escribir un libro.
Y el ingenio de Liguori comentó ese aforismo en esta forma:
Yo pienso que ese epigrama de Liguori no tiene en modo alguno aplicación en el caso de Gustavo, porque él ha cumplido las tres obras que en ese consejo se recomienda.
Los árboles que él plantó son los años llenos de fronda dadores de buen fruto. Formó una bella familia, con hijos que siguieron su ejemplo y nos ha entregado ahora, no un libro, sino dos, que completan a cabalidad esas empresas de vida a que se refiere la recomendación chinesca.
Beatriz hizo el reconocimiento de la obra del editor José Luis Fons, y al respecto hay una palabra que nunca me doy el lujo de usar porque el solo decirla suena a pedantería, pero es un palabra que se ha de aplicar obligatoriamente en presencia de una buena edición de un libro.
PULQUÉRRIMA.
Esa palabra se usa cuando se habla de edición pulquérrima; miren que palabreja, pulquérrima; es el superlativo del adjetivo pulcro, del mismo modo que paupérrimo es el superlativo de pobre.
Esta edición que nos ha entregado José Luis en su editorial, es sin pedantería alguna una edición pulquérrima.
Yo busqué en vano una errata y no la pude encontrar; hay cuidado y belleza en la edición; hay belleza y cuidado en la impresión.
Ahora en este libro segundo que presentamos, esta otra vida del mismo que ha vivido la primera, si en “Inanis et vacua” Gustavo nos da una lección del amor, en este otro libro nos da enseñanza de trabajo.
De trabajo que triunfa sobre todos los obstáculos de persistencia que vence a todas las dudas.
He aprendido que hay una palabra -otra- la cual enseña a buscar en el trabajo la raíz del éxito: Hay un solo lugar -no existe otro- en donde el éxito viene antes que el trabajo, ese lugar es el diccionario, ahí sí, primero viene “éxito” y hasta después aparece “trabajo”.
Pero acá en la vida, primero es el trabajo y hasta después de trabajar con tesón y con inteligencia viene como merecido fruto, el éxito.
Gustavo ha trabajado casi desde niño. Lo he visto en su oficina con sus empleados y colaboradores, llevar a cabo una obra diaria que redunda en bien de todos y alcanza ahora niveles internacionales.
Los benedictinos, monjes del medioevo, fincan su vida diaria en un lema de tres palabras, y ese lema benedictino dice “ora et labora”, es decir, “reza y trabaja”.
El primer libro es una oración de amor; este otro es una oración de trabajo. Ora en un libro; labora en el otro.
Edison, gran inventor, no dio frase afortunada: el genio consiste en un 1% de inspiración y 99% de transpiración. Vale decir: una idea y mucho, mucho trabajo.
IDEA GENIAL DE ALCANCE MUNDIAL.
En eso se sintetiza la vida y la obra de Gustavo M. de la Garza Ortega, una idea genial, que adquirió categoría mundial, pero al mismo tiempo un tenaz constante y fecundísimo trabajo.
Ejemplo de vida es el primer libro; de emprendedor el segundo. El primero nos llega aquellos que hemos vivido la vida y que como él hemos conocido goces y sufrimientos.
El segundo estoy seguro que llegará a muchos jóvenes que empiezan su vida de trabajo y que en este libro encontrarán las reglas para salir adelante en el azaroso trabajo de emprendedor.
Di las gracias a Gustavo por su primer libro; me llenó de sentimientos; ahora le doy las gracias por el segundo, que me colmó de pensamientos.
Todo aquello que sirve al bien de los demás es obra buena; todo aquello que no se finca en el amor es desperdicio, se ha dicho y se ha dicho bien.
Aquel que no vive para servir, no sirve para vivir. Gustavo ha hecho de su vida una entrega de trabajo en bien de los demás y agradezco su libro y su ejemplo.
La labor periodística de Armando Fuentes Aguirre, “Catón” se extiende a más de 150 diarios mexicanos. Escribe todos los días y es creador de la primera estación de radio de música clásica: Radio Concierto, que transmite lo más popular de la música clásica y lo más clásico de la música. También fundó el Museo Catón y es uno de los conferencistas más contratados a nivel nacional. Cuando Trump estaba en campaña para la presidencia de EU, prometió que si ganaba no se pararía en ese país mientras él estuviera en el poder, y ha cumplido su palabra.