‘Kissing babies’

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“Yo soy un político, Dr. Ryan. Cuando no estoy besando bebés (‘kissing babies’), les robo sus biberones”, es la la línea genial de la película “La Caza al Octubre Rojo” (John McTiernan, 1990) en la escena en la cual el asesor de seguridad del Presidente de Estados Unidos le explica -en corto- a Jack Ryan sobre un submarino nuclear soviético extraviado en el Atlántico.

La frase se me vino de golpe a la cabeza al enterarme del curioso gesto que tuvieron el Gobernador Samuel García y su esposa Mariana de “adoptar” a un bebé (Emilio, 10 meses de nacido) durante un fin de semana, llevándolo del Centro Capullo del DIF Nuevo León a su domicilio, además de publicitar ampliamente en redes sociales el evento.

‘Kissing babies’ es lo que hacen, fue mi primer pensamiento, tal como lo harían los políticos en campaña en los Estados Unidos y, para el caso, en México., pero ¿por qué pensarlo ahora que apenas empieza el sexenio nuevoleonés y ya terminaron, se supone, las campañas electorales?

¿Cuál fue, entonces, el propósito de hacer algo tan disparatado? 

La respuesta puede estar en las buenas intenciones de Mariana y en la displicencia de Samuel (el abogado) para evaluar el riesgo y el costo del gesto.

Si Mariana quería llamar la atención sobre las adopciones y quizá impulsarlas, la verdad es que todo salió muy mal y dejó a la pareja parada en medio de un pantano. De hecho, la Comisión Estatal de Derechos Humanos salió de su letargo habitual e inició un procedimiento de investigación sobre posibles violaciones al derecho a la privacidad y a la protección de los datos personales del menor.

En particular, la Comisión pide “que se vigilen los procedimientos y formas de intervención de las personas servidoras públicas que atienden a niños, niñas y adolescentes” como resultado de los comentarios y críticas de organismos ciudadanos y de líderes de opinión nuevoleoneses sobre la exposición pública del bebé.

La investigación mencionada es sobre Mariana Rodríguez en su calidad de titular de la oficina Amar a Nuevo León. Es a ella a quien le corresponde hacer frente a las criticas, aceptarlas y disculparse públicamente no por sus buenas intenciones, sino por el procedimiento que empleó (no quiso “robar biberones”, por supuesto).

Aceptar una equivocación en el manejo de la “adopción” del bebé Emilio puede ser, además, una gran oportunidad para que Mariana aborde el tema de la adopción con toda la fuerza de su oficina y cercanía con el Gobernador:

¿Cómo destrabar la pesadilla burocrática que las parejas solicitantes tienen que enfrentar cuando buscan adoptar a un niño o niña?
¿De qué manera convertir a Nuevo León en un modelo eficiente y humano de adopciones que sirva de referencia al resto de México?

Bien podría Mariana platicar directamente con ciudadanos y organismos de la sociedad civil que viven día a día ese Via Crucis, hablar con quienes han participado como testigos en los procesos de adopción, percibir la frustración de quienes buscan adoptar y son frenados por algún requisito absurdo.

Seguramente en el Congreso estatal recibirían con beneplácito las flamantes diputadas nuevoleonesas una iniciativa de ley a discusión sobre cómo agilizar los procedimientos de adopción, a la vez que garantizar la integridad de los menores.

¿Y qué tal un panel de profesores de derecho de universidades públicas y privadas locales que asesore en la elaboración de la iniciativa? Construyamos sobre los errores.

¿”Kissing babies”?

Si es para campañas electorales o difusión personal, lo repruebo totalmente.

Si es para mejorar sustancialmente las adopciones en el Nuevo Nuevo León y dar una oportunidad a un niño o niña, tienen todo mi apoyo.

Recomiendo, sobre el tema, los muy buenos artículos de los colegas de esta sección de opinión Eloy Garza (“Samuel García y el pequeño Emilio”) y Carolina Garza (“El bebé de Mariana”) con puntos de vista útiles para enriquecer nuestro criterio, los puede ver en detona.com.

Rogelio Ríos Herrán

Egresado de la Licenciatura en Relaciones Internacionales por El Colegio de México (1981)  y desde 1994 se ligó a los medios de comunicación como comentarista y productor en Radio Nuevo León y la televisión pública y colaborador y columnista en periódicos en Nuevo León y Arizona y Georgia, en Estados Unidos. Durante más de 18 años se desempeñó como editor de opinión en el periódico El Norte (Grupo Reforma), en donde además durante 15 años fue un editorialista regular con análisis sobre coyuntura de política internacional, Estados Unidos y asuntos mexicanos. Desde 2019 y hasta 2021 colaboró en Grupo Visión de Atlanta, Georgia, y condujo el programa radial Un Café Con Atlanta.