Los retos de la industria automotriz en México

Factores como la pandemia y la cancelación el outsourcing han provocado que nuestro país pierda atractivo en el ramo automotriz, uno de los sectores que más empleos brinda al país.

Durante el presente siglo, la industria automotriz en México resultó ser una fuente importante de generación de empleos y un motor de la actividad económica en las zonas norte y bajío; durante una buena parte de este siglo, nuestro país se afirmó como una de las naciones más importantes en lo que a la generación de autopartes y armado de vehículos se refiere.

Derivado de la contingencia sanitaria, la renegociación del Tratado de Libre Comercio con Canadá y Estados Unidos, los cambios en la legislación laboral y las reglas de inversión en el sector energético, han provocado que nuestro país pierda atractivo en lo que se refiere a incrementar o más aún mantener un nivel de inversiones. 

La ralentización en la cadena de suministros que generó la escasez de chips de control, la formación de sindicatos independientes y el incremento en los salarios mínimos, así como la cancelación del outsourcing, modificaron las dinámicas del sector.

Es cierto que las ventajas salariales que ofrecía nuestro país se diluyeron sustantivamente; no obstante, la calidad del trabajo y la cercanía con el principal mercado consumidor de vehículos mantenía un margen de maniobra importante, sin embargo, los cambios arbitrarios en la política energética y la insistencia en mantener los combustibles fósiles como el motor de la actividad económica han generado desaliento entre los inversionistas del sector.

Nuestro país determinó adoptar una visión desfasada de las necesidades futuras del mercado:

Al concluir la actual década, el sector automotriz se ha planteado la meta de ser una industria con emisiones cero de carbono y sus productos sean eléctricos, o bien, que utilicen combustibles renovables.

De hecho, la Fórmula 1 se ha puesto de meta el año 2026 para que sus competencias sean realizadas por vehículos que utilicen combustibles renovables; la innovación es la respuesta natural a estos retos, para lo cual deben darse dos condiciones básicas: educación y libertad.

En ambas, los estados tienen un papel fundamental y promotor: por un lado deben procurar incorporar a sus currículas académicas, modelos educativos y disciplinas orientadas a la formación de ciencias duras que permitan imaginar y diseñar soluciones que atiendan estas nuevas dinámicas, para lo cual el ejercicio de la libertad debe ser asegurado y alentado.

Una mente creativa sólo adquiere espacios de desarrollo cuando cuenta con una formación educativa sólida y cuenta con el apoyo necesario para desarrollarlo.

Al respecto, Tereso Medina, Secretario General Adjunto de la CTM, indicó que México cuenta con buenas oportunidades para mantener un lugar preponderante en el nuevo mercado automotriz y ello deriva del nearshoring, que es la tendencia a trasladar procesos de la producción a países cercanos a los principales mercados. Para lo cual es necesario trabajadores competentes y calificados e incentivos de inversión que permitan establecer reglas claras en la competencia económica.

De concretarse esto, previsiones de la industria automotriz indican que en México, en los próximos cinco años, cualquiera de las marcas con presencia en territorio nacional deberá de estar produciendo modelos híbridos, y dentro de 10 años, el total de vehículos será eléctrico.

Las empresas armadoras y fabricantes de autopartes deberán de cambiar sus procesos por automatización y sistemas digitales, por lo que se van a requerir nuevos perfiles de trabajadores para cubrir la demanda que requerirá la revolución 4.0.

Alberto Martínez Romero

Licenciado en Periodismo y Comunicación Colectiva por la UNAM. Tiene un MBA por la Universidad Tec Milenio y cuenta con dos especialidades, en Mercadotecnia y en periodismo de investigación por el Tec de Monterrey. Tiene diversas diplomaturas en Habilidades Gerenciales por la Universidad Iberoamericana y se ha especializado en Relaciones Públicas y Atención de Crisis en Comunicación. Ha sido reportero y editor en medios como Reforma y El Universal. Fue corresponsal en Centroamérica para Reforma y Notimex. Colaboró en la realización del libro “La Huelga del Fin del Mundo”, de Hortensia Moreno y Carlos Amador, primer libro que se escribió sobre la huelga estudiantil de 10 meses en la UNAM en 1999.