¿México pascual?
1.
Hace un año pensábamos que para estas fechas ya habríamos superado la pandemia, que los templos volverían a estar rebosantes de fieles, que estaríamos en una -como se insistió hasta el choteo- nueva normalidad.
Pues parece que nuestras predicciones no fueron correctas. Hemos llegado a los 200 mil muertos confirmados, de acuerdo a cifras oficiales; sí se abrirán los templos en la próxima semana, pero con aforo limitado; y la pretendida nueva normalidad no parece tener nada de novedoso, …
2.
… pues el tema de las vacunas ha demostrado que somos tan normales como lo éramos antes del coronavirus.
A nivel global, la OMS denunció la desigualdad grotesca en su distribución, con un infame acaparamiento de los países desarrollados, y a nivel individual crecen los reportes de vacunaciones privadas a cambio de un buen dinero. Lo dicho.
Las mismas prácticas, con los mismos criterios de antes. Ojalá y esta Semana Santa que estamos a punto de iniciar nos sirva para, en verdad, construir un mundo nuevo.
3.
Veamos. La idea central de estos próximos días es la Pascua. Para los judíos, un evento paradigmático -kairótico diría la teología reciente- lo constituye la salida de Egipto, y el cruce del Mar Rojo para pasar -eso significa la palabra Pascua- de la esclavitud a la libertad.
Jesucristo sube a Jerusalén para la celebración histórica, fundante, de la Pascua Judía, pero en la Última Cena se apropia no sólo del concepto sino de su contenido.
Además de conmemorar la pascua judía, Él se convierte en su propia Pascua…
4.
… pasando de la muerte a la vida. De esta manera, si el paso judío era de la esclavitud a la libertad, ahora será de la defunción a la resurrección.
Es lo que vamos a recordar el Domingo de Ramos, en donde Jesucristo es recibido como rey y se dispone a vivir dos Pascuas: la judía, el Jueves Santo por la noche en la cena indicada para tal motivo, y la propia, que iniciaría con su aprehensión, tortura, interrogatorio, crucifixión y muerte el Viernes Santo, para pasar a la vida, a la resurrección, en la madrugada del Domingo.
5.
Participar en la Semana Santa, aunque sea de manera virtual o distante, nos implicaría, como Jesucristo, hacer nuestra la idea y la experiencia pascual.
Si el pueblo judío pasó de la esclavitud a la libertad, y Jesucristo de la muerte a la vida, nosotros también podemos pasar -nuestra Pascua- de la esclavitud y muerte que es el pecado, a la libertad y vida que es la gracia.
Esto implicaría un proceso de seria reflexión y discernimiento para descubrir y clarificar a qué cosas tenemos que morir, para poder vivir.
6.
¿Y a nivel comunitario? Imaginemos que intentamos construir un México Pascual, en el que todos, pero en especial la clase política, aceptamos con humildad morir a todas aquellas cosas que desdicen de nuestra dignidad, para resurgir como nuevas personas e instituciones.
7. Cierre ciclónico.
Durante el Ángelus del pasado domingo, invitó el Papa Francisco a “sembrar semillas de amor, no con condenas teóricas sino con gestos de amor… evitando el legalismo o moralismo clericales”.
El martes escribió:
“La teología moral no puede reflexionar sólo sobre la formulación de principios, de normas, sino que necesita hacerse cargo propositivamente de le realidad”.