Siete Puntos

Vocablicidio

Una de las maneras más fáciles de desvirtuar un concepto estriba en repetirlo una y mil veces. Por ejemplo, el ocasional erotismo o "hacer el amor", no armonizan con el sentimiento amoroso.
1.

Otra también muy sencilla consiste en cambiar su significado original. Si se unen ambas formas, la repetición y la mutación, estaremos ante lo que he llamado un vocablicido, es decir, el asesinato de una determinada palabra o expresión.

Un ejemplo muy antiguo: hacer el amor. A fuerza de ser repetido, y de identificarse con cualquier tipo de relación sexual, fue perdiendo su connotación auténtica, y así, de encarnar compromiso, responsabilidad…

2.

...dación mutua, entrega y comunicación interpersonal, pasó a representar, en muchos casos, un mero contacto físico, o un comercio económico, en el que el ocasional erotismo no armoniza con el sentimiento amoroso.

Esta palabra feneció en ese contexto y, aunque se siga utilizando, ya no representa lo que textualmente expresa. ¿Hicieron el amor dos personas que se encuentran en un antro y, sin siquiera saber sus nombres, ni mediar conocimiento previo, terminan en la misma cama gracias a unos tragos de más?

3.

Me parece que lo mismo nos ha pasado en México en los últimos tres años, aunque con otros vocablos. Detengámonos en tres: el neoliberalismo, el pueblo y tener otros datos.

Las tres expresiones son utilizadas con machacona frecuencia en Palacio Nacional.

Sólo las primeras dos han sido mencionadas casi 2,000 veces en las llamadas Mañaneras, y lo que han logrado con tal repetición es que nos fastidiemos de escucharlas, porque también han sido modificados sus contenidos originales. Ya están muertas en la narrativa nacional. Veamos.

4.

Hoy entendemos que neoliberales son todos los críticos, que no adversarios ni, mucho menos, enemigos, de la actual administración.

El origen económico del concepto ha sido modificado, y ahora adquiere la connotación de contrincante político. Ya es tanta la irritación en torno a la palabra que resulta difícil pronunciarla en otros horizontes.

El Papa Francisco cuestiona ese sistema en su Fratelli Tutti, y los voceros del régimen de inmediato se apropiaron de las críticas papales. ¿Algún análisis serio? Imposible.

5.

Con el vocablo pueblo sucede lo mismo, aunque su adjudicación es muy diferente.

A él pertenecen todos los simpatizantes de la 4T, aunque -paradojas de la vida- algunos apuesten por el neoliberalismo para sus negocios.

Al mismo tiempo, si un indígena, campesino, obrero o empleada doméstica, que pensaríamos pertenecen al pueblo por su condición económico-social, no votaron por Morena en las pasadas elecciones, pasan de inmediato al bando rival, al de los neoliberales que por definición son corruptos y, cuando menos, aspiracionistas.

6.

¿Y qué decir de la manida locución “otros datos”, a la que tanto acude el Presidente?

Además de que da la impresión de ser utilizada para salirse por la tangente, y de que nunca se ofrece esa supuesta información alternativa, de nuevo, su exagerada repetición ha hecho que se desvirtúe por completo.

¿Qué pasaría si, en realidad, se tienen cifras diferentes, y no hay desabasto de medicinas ni ha aumentado la criminalidad, y hay estadísticas duras que lo demuestran?

Nunca lo sabremos. Asistimos, entonces, en los tres conceptos mencionados, a un vocablicidio.

7. Cierre ciclónico.

Los contagios por coronavirus siguen a la alza. Parece que por aquí ya hace de las suyas la mutación de la variante Delta.

No es improbable que regresemos a algunas restricciones, señaladas por las autoridades.

Lo peor que podemos hacer es desobedecerlas, en caso de que se den, y confiarnos en demasía. Hemos aprendido muchas cosas en este año que debemos poner en práctica.

Como dijera Yogi Berra: esto no se acaba hasta que se acaba, y la pandemia no se ha acabado.
Padre Paco

El sacerdote José Francisco Gómez Hinojosa (Monterrey, México, 1952) es el actual Vicario General de la Arquidiócesis de Monterrey. Es diplomado en Teología y Ciencias Sociales por el Departamento Ecuménico de Investigaciones de San José, Costa Rica, y doctor en Filosofía por la Pontificia Universidad Gregoriana de Roma. Ha sido profesor en el Seminario de Monterrey, en la UDEM, el ITESM, la Universidad Pontificia de México, el Teologado Franciscano, el EGAP (Monterrey) y la Universidad Iberoamericana (Centro de Extensión Monterrey).