Cuaresma 2021. No recuerdo un miércoles de ceniza como el de ayer

...Se trata de vivir un ayuno no sólo de cosas materiales, sino también de toxicidades interiores.

1. 

De ser el día en que los templos católicos se veían rebosantes de fieles, superando incluso la afluencia de otras fechas emblemáticas como la fiesta de la Virgen de Guadalupe, la Navidad o la Semana Santa, ayer los recintos religiosos permanecieron cerrados a causade la pandemia.

De cualquier forma, la ceniza se distribuyó y con ella se dio el banderazo de salida a la Cuaresma.

Más allá de su significado religioso, ella tiene una connotación cultural que podemos analizar.

2.

En primer lugar, el número es emblemático. El diluvio universal duró 40 días; la peregrinación judía a través del desierto, camino de la Tierra prometida, fue de 40 años; los días de ayuno que pasó Jesús en el desierto también fueron 40, como las horas que estuvo en el sepulcro antes de su resurrección.

Es decir, para la tradición judeocristiana el número 40 marca la madurez de una época, una decisión, un cambio de generación. En el terreno cristiano, el Papa Francisco nos ha dicho que la Cuaresma es una …

3.

Inversión a largo plazo. En efecto. Durante estos 40 días podremos invertir en tres realidades que nos son particularmente importantes:

En nosotros mismos, a través del ayuno; en nuestra relación con Dios, a través de la oración; y en la unión y responsabilidad con los demás, gracias a la caridad.

Tres realidades, entonces, que no acaban en la nada, y en las que conviene invertir. Nosotros mismos = ayuno, Dios = oración y los demás = caridad: tres elementos sobre los que conviene regresar. Veamos cada uno de ellos.

4.

El ayuno propuesto implica mucho más que abstenernos de comer o beber algo placentero.

Es trabajar nuestra avidez de devorarlo todo, con prisas y sin el mínimo discernimiento. Es eliminar lo superfluo que nos impide valorar lo verdaderamente importante.

Es dejar de distraernos con lo inmediatista y lo superficial, de subirnos a la ola de la soberbia o la indiferencia, de dejarnos arrastrar por la moda y la apariencia. Se trata, entonces de vivir un ayuno no sólo de cosas materiales, sino también de toxicidades interiores.

5.

La oración es la otra propuesta cuaresmal. Pero no entendida sólo como el rezo repetido de alguna fórmula aprendida desde la niñez, sino como la renuncia a la autosuficiencia de nuestro yo.

Orar a la divinidad en la que creemos va a significar sentirnos necesitados de ella, abandonando la pretensión de superioridad que muchas veces nos ha acompañado.

Pero la oración, en cuanto significa echarnos un clavado en la piscina de nuestro interior, nos ayuda también a salir hacia el mar de los demás, a preocuparnos por ellos y no sólo por nosotros.

6.

La caridad, ha dicho Francisco de Roma, tiene una dimensión terapéutica: nos sana de la avidez, del afán de acumular, del deseo imperioso de poseer como supuesta garantía patrimonial de seguridad futura.

Pensar en los demás nos permite recordar que no estamos solos en este viaje, y que ellos no son nada más compañeros desconocidos, sino hermanos.

Caridad que va más allá de una simple limosna, y que busca la promoción social y la transformación de estructuras que han generado tantas desigualdades.

7. Cierre ciclónico

Un obispo acaba de declarar que el uso del famoso cubrebocas, recomendado para protegernos del Covid19 -junto a la sana distancia y el lavado frecuente de manos-, significa no confiar en Dios.

Ya hace meses un Cardenal declaró que Bill Gates será responsable de una próxima pandemia, y que se protege del coronavirus con oración y fe en Dios.

Con respeto para los prelados eclesiásticos, yo prefiero acudir a la sabiduría popular, expresada en el dicho:

“A Dios rogando y con el mazo dando”.
Padre Paco

El sacerdote José Francisco Gómez Hinojosa (Monterrey, México, 1952) es el actual Vicario General de la Arquidiócesis de Monterrey. Es diplomado en Teología y Ciencias Sociales por el Departamento Ecuménico de Investigaciones de San José, Costa Rica, y doctor en Filosofía por la Pontificia Universidad Gregoriana de Roma. Ha sido profesor en el Seminario de Monterrey, en la UDEM, el ITESM, la Universidad Pontificia de México, el Teologado Franciscano, el EGAP (Monterrey) y la Universidad Iberoamericana (Centro de Extensión Monterrey).