Dispensarios y hábitos
Sí. Es un gran negocio por debajo de la mesa. Instituciones cristianas católicas negocian con la necesidad del menesteroso.
En las bodegas los tráileres llegan con insumos golpeados, a punto de vencimiento. Los encargados de dar salida ya cuentan con mayoristas.
Les echan el tip por medio de grupos de whatsapp.
Caritas de Monterrey recibe de los donantes, no solo de las familias de la colonia del Valle o de Olinalá, sino de HEB, Walmart, Soriana, y muchas más empresas, perecederos, artículos de limpieza, de aseo personal, pañales y hasta formulas lácticas para adultos e infantes.
La corrupción de las buenas intenciones viaja para quienes revenden en grupos de Facebook.
Establecen las rutas de entrega. Sobretodo en la periferia de la urbe. En las estaciones del metro.
En horas ya acordadas. Incluso se pueden rastrear los pagos mediante los depósitos electrónicos.
Algunas familias ya gozan de la popularidad de sus labores. Amos y señores de la necesidad. De la pobreza general en un país de muy altos contrastes.
Revisar los números de los malos servidores, en las instituciones de caridad, es un deber obligado.
Solo así tendrá la certeza, quien da con amor, esperanzado en ganar el cielo por obras. Aunque eso, no sucederá.