El gobierno se ahoga en corrupción

¿A qué tren se subió López Obrador? Al que ha intentado subir a todos los mexicanos desde que llego al poder: al tren de la estafa.

Desde un tren militar del siglo XX grabó un video para hacer creer que el ferrocarril que conectará a la Ciudad de México con el aeropuerto Felipe Ángeles estaba listo.

En la imagen se veía a todos festejando la travesura presidencial.

Las sonrisas del Secretario de Comunicaciones,  del Secretario de  la Defensa, del Gobernador del Estado de México, de la señora Gutiérrez Müeller y las carcajadas de la jefa de Gobierno, recuerdan la mueca sórdida del Guasón.

La presentación del proyecto ferroviario apareció en redes como un espectáculo canalla. No fue el montaje visual lo que más ofendió, sino ver a dos secretarios de estado, a dos gobernadores y a un Jefe de Estado burlarse del pueblo de México.

¿De qué se ríen señoras y señores? ¿Qué festejan, qué aplauden? ¿El derroche de recursos en obras inútiles o acaso la licencia que se toma un autócrata para mentir a la nación?

El “tren de la estafa” quedará como metáfora del régimen. Ahí está resumida la mentira y la abyección. La ambición de unos y el sometimiento de otros.

Por eso, toma sentido la frase lapidaria de Porfirio Muñoz Ledo: “Este régimen tenderá a desgajarse en los próximos dos años”.

Se desgajará y se ahogará en su propia corrupción. El enriquecimiento inexplicable del Fiscal General de la República, Alejandro Gertz Manero, y del ex titular de la UIF, Santiago Nieto, fracturó la columna vertebral de la llamada Cuarta Transformación: la lucha contra la corrupción.

Por eso, López Obrador, pone a funcionar su risa sardónica para minimizar los hechos. Por eso también, Pablo Gómez, el actual titular de la UIF, insiste en negar que se investigue al Fiscal General. Entre los dos, están tratando de ocultar lo inocultable:

México tiene el gobierno más corrupto de su historia reciente.

Saber que los dos más importantes responsables de perseguir el fraude han utilizado el poder público para enriquecerse y saber que el presidente los sigue protegiendo, —pese a las evidencias—, confirma que la corrupción política, moral e intelectual ha carcomido rápidamente al régimen.

Significa que el telón ya cayó y que esta obra populista de la que hemos sido espectadores y víctimas fue montada expresamente para satisfacer las ambiciones de un elenco delincuencial.

Quienes iban en el “tren de la estafa” aplaudían a un actor que ha sabido utilizar magistralmente el discurso populista para ocultar el manejo discrecional de la economía, para fingir que el dinero es para satisfacer las demandas del pueblo, cuando en realidad va a parar a las cuentas de los hijos, socios  y colaboradores del presidente. Lo de siempre.

Tres años han sido suficientes para que el gabinete y Morena experimenten una degradación que no tienen paralelo en la vida política actual. A la degradación administrativa hay que sumar la complicidad con el crimen. Los gobernadores de Morena le deben el cargo a los cárteles. No a los ciudadanos, sino a los delincuentes.

La 4T es ese portero que acepta sobornos para rendir y entregar el país a los narcos.

Crujen las estructuras del régimen. ¡Qué paradoja! La corrupción del pasado les permitió llegar y la corrupción del presente los hará caer. Así tendría que ser.

Beatriz Pagés Rebollar

Directora general de la Revista “Siempre”, una de las más influyentes de México, fundada en 1953 por su padre, Don José Pagés Llergo. Ha formado parte de los equipos de Televisa, Canal 11, Multivisión, CNI, Canal 40 y es comentarista política de numerosos medios. En 2019 renunció al PRI, donde militó gran parte de su vida.