Contigo a la distancia

La clave, como en las cartas, era conservar la frescura de ideas. No de enviar desnudos y propuestas afrentosas.

Mantuvimos por meses el intercambio de misivas. Ir hasta el edificio de correos. Comprar el franqueo postal.

Esperar la llegada a su destinatario. Una semana de ida. Una semana de vuelta. Dos cartas por mes. Con las noticias de la vida austera de la preparatoria.

Ensoñar con reencontrase.

Mientras el servicio de telefonía, monopolio del estado, cobraba por minuto el enlace. El entramado familiar y el presupuesto no se puede descompensar. Ni con llamadas extras. Ni con comunicaciones de larga distancia nacional o al extranjero. Esas solo se hicieron para los días de cumpleaños, las defunciones y los matrimonios en puerta, por razones extraordinarias, de la comezón juvenil.

Mamá, por meses, logró hacer una amiga por correspondencia. Ese proceso era mucho mas costoso, lento y azaroso.

Contactó a una adolescente de su edad, anglosajona, protestante y estudiante de High School. Hace algunos años, mientras ella buscaba en el maletín de papeles importantes, se reencontró con esas piezas de papel amarillentas.

Le pregunté si había conservado más detalles de su vida. En la negativa, como si se esfumaran. Mamá esperaba aprender a escribir correctamente el inglés de The Beatles. Sin slang, modismos sureños e ideas descabelladas.

Los chats, en los grupos antiguos de usuarios de la red, podías entrar y conversar con alguien de otra ciudad.

Existieron enamoramientos y decepciones. Visitas de turismo sentimental y de rupturas.

La clave, como en las cartas, era conservar la frescura de ideas. No de enviar desnudos y propuestas afrentosas

Gerson Gómez

Morelense de cepa Regiomontana. LCC con especialidad periodismo (UANL). Doctor en Artes y Humanidades (I.C.A.H.M.). Tránsfuga de la mesa de redacción en diferentes periódicos como El Diario de Monterrey, Tribuna de Monterrey, y del grupo Reforma en el matutino Metro y vespertino El Sol. Escort de rockeros, cumbiamberos, vallenatos y aprendices al mundo de la farándula. Asiste o asistía regularmente a conciertos, salas de baile, lupanares, premieres, partidos de fútbol y hasta al culto dominical. Le teme al cosmos, al SAT, a la vejez y a la escasez de bebidas etílicas. Practica con regularidad el ghosting. Autor de varios libros de crónica como Hemisferio de las Estaciones, Crónicas Perdidas, Montehell, Turista del Apocalipsis, Monterrey Pop y Prêt-à-porter: crónicas a la medida.