El desabasto nacional
Preocupa la salud. Ninguno de los servicios prestados por la nación ofrece garantía. Muchos de los hospitales carecen de lo elemental.
El personal laboral es ineficiente. Se encuentra rebasado. Sus actividades lentas, poco empáticas y de simulación.
Las intervenciones en los quirófanos, al ser en serie, son verdaderas carnicerías. Aceptan las cesáreas mal hechas y antiestéticas, con tal de abandonar los nosocomios.
Los servicios de urgencias son la mejor trama de novela noir. Podrían nuestros escritores alimentarse con la trama de la tragedia cotidiana.
Farmacias a medio surtir en las zonas urbanas. En las rurales, hace meses les prometieron poner al día. Ya fallecieron muchos de los enfermos.
Nos referimos al IMSS y al ISSTE.
Las nuevas instalaciones aperturadas en el sexenio y el anterior, cascarones de la simulación.
Conocemos historias de infamia y maltrato. Incluso a los pacientes de pisquiatría, al perder vigencia, los olvidan suspendiendo sus medicamentos.
Frases inocuas de tengan paciencia y tendremos el mejor sistema, tan funcional como el danés, hiere la memoria y la herencia nacional.
En la unifila se pierde la esperanza. Naufraga la paciencia. La tolerancia de somos pocos y el trabajo es mucho.
La impuntualidad del sector médico, de las secretarias, los coordinadores y hasta de los intendentes, sin mencionar los guardias de seguridad y los soldados habilitados como policías, demuestra lo frágil de nuestro modesto concepto de salud.
Morirse es para todo. La dignidad del cómo, es algo empático y urgente.