Nahuel, futbol y políticos; adiós al fair play 

Rogelio Ríos DETONA: Lo peor del fútbol es lo ”mejor” de la política, los defectos se convierten en virtudes falsas que te llevan a ganar a toda costa.

En México, el fútbol precede a la política en el triste arte de no respetar a los demás contendientes, violar las reglas, tratar de ganar a cualquier costo y degradarse hasta la ignominia como persona: es la ausencia de “fair play” (juego justo).

Hago esta reflexión a propósito del incidente provocado por el jugador Nahuel Guzmán, del equipo Tigres, desde las tribunas del estadio BBVA, durante el encuentro contra los Rayados del Monterrey, en el denominado clásico regiomontano del 13 de abril, que terminó en empate.

Nahuel, portero titular del equipo Tigres, observaba el juego desde la tribuna. En varios momentos del partido, de manera sorprendente para un jugador de su nivel, se dedicó a molestar a los jugadores rivales en la cancha con el uso de un aparato de rayo láser del tipo que se utiliza como apuntador en las presentaciones en PowerPoint.

La conducta antideportiva del argentino Nahuel Guzmán (38 años) no es un evento aislado en su trayectoria profesional.

Tiene incidentes anteriores que lo colocan como reincidente, sin que ningún directivo o entrenador de Tigres le haya puesto un alto y lo expulsara del equipo.

Desde hace tiempo, el fútbol profesional mexicano dejó de ser un deporte de caballeros para convertirse en un concurso de individuos sin escrúpulos que solo buscan el dinero y la popularidad instantánea.

Cualquier parecido con los políticos mexicanos no es mera coincidencia, sino plena identificación.

No percibo en políticos y futbolistas un sentido de pertenencia a la institución en que militan, de trabajo en equipo, ni apego a una ética del deportista o el servidor público.

Lo de Nahuel Guzmán se repite, en mayor o menor medida, en todos los estadios de fútbol de México: las conductas antideportivas de simulación de faltas y lesiones, de gritos e insultos a árbitros y abanderados, de falta de respeto a los jugadores contrarios y de nulo aprecio de lo que significa portar los colores de un equipo profesional.

Como usted ya adivinó, podemos apreciar algo similar en los políticos y los partidos políticos: la falta de “amor a la camiseta” por decirlo en términos futboleros, lleva a las personas, al individualismo más oportunista, a la renuncia de valores e ideales y al engaño como habilidad suprema.

Finalmente, el comité disciplinario de la Liga MX determinó una dura sanción a Nahuel Guzmán (11 partidos y multa económica) que a estas alturas de su carrera podría orillarlo al retiro o al cambio de club.

Arrastrará con él un desprestigio público que ha manchado su récord como un gran portero.

Lo que me llama la atención es que  haya sido el propio Club Tigres de Fútbol el que, habiendo observado las reincidencias de Nahuel en conductas antideportivas, careciera de capacidad institucional o fuerza de carácter en sus directivos para controlar al jugador y evitar que la institución misma (que representa los colores de la Universidad Autónoma de Nuevo León) saliera desprestigiada con este incidente.

En abono de Nahuel, se disculpó públicamente con quienes ofendió en el estadio y reconoció su error.

Cualquier deportista es tan grande como sus entrenadores, y en el caso de Guzmán faltó esa grandeza en los entrenadores y directivos del club para evitar que cometiera errores tan graves una y otra vez.

Siendo el fútbol profesional, el deporte más popular para los mexicanos, y yo un fan de Tigres, me duele ver que el ejemplo que jugadores y clubes proyectan al público, sobre todo a niños y jóvenes, sea negativo: en la cancha gana el que burla el “fair play”, no el que lo obedece.

Por eso fue quizá tan fácil que otro jugador profesional de fama y popularidad, el mexicano Cuauhtémoc Blanco, incursionara en la política con la misma actitud que siempre tuvo en la cancha: la burla al contrario, la simulación ante el árbitro y hacer que el equipo jugara para él, no al revés. 

El resultado está a la vista con el desastre que Blanco dejará en Morelos al terminar su gestión como gobernador.

Lo peor del fútbol es lo ”mejor” de la política, los defectos se convierten en virtudes falsas que te llevan a ganar a toda costa.

Adiós al “fair play” en México.
Rogelio Ríos Herrán

Egresado de la Licenciatura en Relaciones Internacionales por El Colegio de México (1981)  y desde 1994 se ligó a los medios de comunicación como comentarista y productor en Radio Nuevo León y la televisión pública y colaborador y columnista en periódicos en Nuevo León y Arizona y Georgia, en Estados Unidos. Durante más de 18 años se desempeñó como editor de opinión en el periódico El Norte (Grupo Reforma), en donde además durante 15 años fue un editorialista regular con análisis sobre coyuntura de política internacional, Estados Unidos y asuntos mexicanos. Desde 2019 y hasta 2021 colaboró en Grupo Visión de Atlanta, Georgia, y condujo el programa radial Un Café Con Atlanta.