Ir a conocerla valía un largo viaje
¿Les platico? ¡Arre!
Le gustaba asomarse al cielo para ver a La Luna desde cualquier lugar en donde estaba, pero la que más, era aquella que veía desde el balcón de su casa, rodeada de sierras, bugambilias y palmeras.
También, ver cómo las enredaderas cubrían paredes y ventanas de su casa. Se sentía arropado por ellas.
No planeó vivir de planta en ese sitio, pero se había asentado ahí porque las cosas se dieron y disfrutaba hacerlo.
Uno de sus viajes lo llevó a un lugar que estaba muy cerca de un "pequeño mar".
Era un lago, al que la tecnología de los israelíes había convertido en una presa, pero le llamaban "pequeño mar", como el que había conocido él a los 6 años cuando su tío R lo llevaba a pescar en sus aguas, y a cazar ranas en los lodazales.
A la Luna la llamaba "Madre" y la veneraba como tal.
A dónde quiera que iba, apenas el Sol empezaba a ponerse en el occidente, la buscaba y a veces la encontraba disputándole los últimos rayos de luz al astro rey.
En el pueblo del "pequeño mar" a donde viajó, había una mujer a quien los lugareños llamaban "Señora No", porque esa palabra no existía en su vocabulario.
Cuando algún viajero la ubicaba en su refugio y por su fama quería visitarla, tocaba a la puerta de la casa, buscándola.
Entonces, un empleado salía, lo conducía amablemente por un sinuoso pasillo y lo hacía salir a la calle por otra puerta, sin pronunciar palabra.
Pero una vez, el viajero que se apareció ahí tuvo suerte de que el empleado no estaba.
A través de un postigo, la "Señora No" escudriñó al osado y por una razón inexplicable, lo escuchó.
Lo que aquel visitante le dijo fue suficiente para que a los pocos minutos ambos platicaran en la salita de la casa, donde había un retrato de la anfitriona sobre fondo rojo.
De improviso, la "Señora No" lo condujo por el mismo sinuoso pasillo y quienes siguen mi relato podrían imaginar lo que le esperaba al visitante.
La puerta por donde el empleado despedía sin mediar palabra a los intrusos, se abrió, pero esta vez, la "Señora No" condujo a su invitado por un camino que iba directo al "pequeño mar".
En el trayecto, sin venir al caso, ella le dijo: "Este 20 de septiembre cumplo 91".
Y luego, la segunda confidencia:
Afectada por el desapego y despego de sus hijos, cierta vez se "inscribió" -como ella decía- en un ancianato, o albergue para personas mayores, o asilo, o guardería de viejitos, como también se les llama a esos lugares.
Llegó disfrazada en vestimenta y nombre, pues quiso que nadie supiera quién era en realidad.
A sus hijos les avisó de un viaje inexistente a lugares cuyos nombres prefirió guardarse. Tuvo que decirles que sería acompañada por amigas y hasta ahí llegó la explicación.
Les llamaba de vez en cuando, solo para cuidar las formas, porque cada vez se mostraban menos entusiasmados con su vida, pero mucho respecto a los bienes que los viejos suelen heredar a quienes les quedan.
En el ancianato donde se resguardaba, conoció a otros de su edad que padecían el mismo desapego y despego que ella de los suyos.
Producto de todo eso es la historia que les platico en el siguiente video:
Mientras se acercaban al "pequeño mar", la "Señora No" mostró en su celular al invitado, el video referido.
- "A más de 75 años, los sueños también se cumplen; qué hermoso mensaje", le dijo él a ella. "Por cierto, creo que voy por el mismo camino que tú", correspondió a sus confidencias.
Ya frente al "pequeño mar", la "Señora No" le invitó a acomodarse en una balsa que estaba en un tapanco.
De unas cuantas remadas se apartaron de la orilla y dejaron que el oleaje arrullara lo que en seguida ella le contó a su invitado:
- "¿Ves aquellas construcciones? (Estaban en Tel Aviv). Son laboratorios de una empresa israelí que acaba de lanzar un descubrimiento asombroso para paliar la hambruna de millones de personas.
- "Están ´imprimiendo´ alimentos mediante una tecnología asombrosa", le dijo.
De su mochila extrajo un recipiente refrigerado y le dio a probar lo que contenía.
- "¿Qué crees que es?", preguntó.
- "Pescado, sin duda", respondió él.
- "¿Sabe bien?", volvió ella a la carga.
- "Sí, diría que tiene muy buen sabor".
- "Pues estás comiendo un pescado que fue impreso por la tecnología de esa empresa. También pueden imprimir carne, con los mismos resultados y dentro de muy poco, leche que no será de vaca. Es el primer proyecto mundial de proteínas alternativas.
- Cierto, los israelíes están hoy en el foco de las críticas por su guerra contra Gaza e Irán, pero mira de lo que son capaces cuando usan para bien sus avances", explicó la "Señora No".
Mientras esto ocurría, la balsa comenzaba a encallar en el fondo del "pequeño mar".
Era todo lodo ahora y no agua en medio de donde estaban.
- "Olvidé decirte que mi "pequeño mar" se está secando, pero no me preocupo, porque pronto, la tecnología de esa empresa ´imprimirá´ agua dulce y también salada, para darnos de beber con la primera y resurtir con la segunda a los océanos, por si un día el avance de la plaga humana los pone en peligro", explicó, mientras enterraba los remos en el lodo.
Y ahí se quedaron los dos, esperando a que el "agua impresa" de la tecnología israelí apareciera para salvarlos...regresándolos a la orilla.
- Mañana, cambio completo de programa, sin faltar el Incomparable Iván y toda la Compañía, más la Irreverente de mi Gaby.
- Por lo pronto hoy, les deseo que tengan un plácido domingo.
El autor en otros medios nacionales y extranjeros:
https://www.sdpnoticias.com/autor/placido-garza/
https://muckrack.com/placido-garza
https://qoshe.com/yazar/pl-cido-garza/2695060
https://vanguardia.com.mx/autor/-/meta/placido-garza-irreverente
https://www.arteculturaysociedad.com/2025/04/manos-milagrosas-tejen-la-historia-de.html?m=1